Antes que nada quiero decir que no
sabía muy bien qué hacer con un colibrí, así que abrí una hoja de Word y tecleé
lo primero que se me vino a la mente, como quien dice, dejé que mi propia
naturaleza hablara por sí sola. Así que mil disculpas si lo que leen no es de
total agrado. Y, de antemano pido disculpas si hay errores en la escritura, ahí
ustedes me mencionan dichos defectos para ir modificándolos, ya saben que me
gusta que me enseñen, todo conocimiento que ustedes puedan aportarme para mi es
siempre un bien muy preciado.
Me tocó como pareja: Paparazzi v/s Colibrí
Asesina Inocencia
Tras pasar una hora parado entre matorrales
espinosos con el fin de hacerse la fama a través de una fotografía exclusiva,
donde su nombre brillaría entre el encabezado y la actriz, él, estaba decidido
a instalarse con una carpa si fuese necesario con tal de no irse con las manos
vacías. Permanecería aún ante la amenaza de una hipotermia futura puesto que en
un par de horas caería la noche, su orgullo como profesional estaba en juego;
meses de tener que oír entre risas los argumentos de sus camaradas aminorando
su posición en la empresa, estaba claro que así como estaban las cosas, pronto
acabaría sirviendo café a sus colegas, pese a que se sentía más capacitado para
su labor que ningún otro. Solía culpar a su mala suerte por no haber alcanzado
el éxito hoy en día.
Finalmente, la oportunidad de oro estaba frente a sus ojos.
En ello estaba, divagando de un pensamiento a otro cuando, la actriz más famosa
del mundo abrió la puerta con el fin de sitiarse en las pasarelas de su jardín,
presta a tenderse un rato a orillas de la piscina. Su regio andar provocó que
el paparazzi se humedeciera con la sinhueso los bordes de su boca; demasiado
hermosa, tan intangible como las hadas de los sueños húmedos, al menos para él
era un amor platónico, su porte como entidad en la humanidad nunca sería lo
suficientemente magnánima como para causar una mirada de ella sobre él.
Al instante un hombre siguió los pasos de la fémina, ídem en estatus,
mundialmente conocido en cada recoveco como uno de los actores más guapos.
Sería una primicia ya que nadie sabía que ambos compartían parte de sus vidas.
Vio que se besaban en tanto se acomodaban en una misma silla de playa
haciéndose arrumacos con tintes lujuriosos, cautivándose sexualmente al acto
más primitivo que compete a la raza humana. Prendió la cámara y ajustó el lente
que marcaba distancias variadas para la primera toma. Uno, dos, tres… “flash”.
Sonrió ampliamente en tanto continuaba tomando nuevas tomas de la escena, no
tardó más de un segundo en darse cuenta de que algo no andaba bien, el sonido
de un aleteo sumergió sus tímpanos en otro mundo, fuera del hollywoodense, y al
instante su visión también se vio comprometida con la especie que revoloteaba
frente a su cámara: un colibrí azul.
No quiso prestar mucha atención al ave por lo que trató de alejarlo con un par
de aspavientos, y cuando pensó que se había largado, volvió a enfocar su
dispositivo para esta vez sí agarrar la fama con lo poco que le quedaba de
honor. Nuevamente saltó el flash, y nuevamente salió el colibrí que había
vuelto en su dirección posándose como un modelo ansioso frente al foco.
— ¡Tsk! Sal de una vez —exclamó en un susurro intentando alejarlo con las
manos.
Apretó la mandíbula lleno de tensión, su momento de gloria se escapaba por
culpa de un maldito pájaro. Agarró firmemente la cámara y con el alma hirviendo
de ira avanzó unos cuantos pasos de manera que no existieran más
interrupciones. Flash, flash… flash. Apretó tantas veces el botón de captura de
imagen que incluso creyó oírlo crujir e ipso facto sintió un dolor agudo en la
sien, como acto reflejo se llevó una mano a la zona de escozor y palpó una
humedad casi espesa, se observó los dedos, estaba sangrando, ¿porqué? Abarcó con
la mirada toda el área en derredor y, sin previo aviso, vio venir directo a su
ojo derecho el picotón del mismo colibrí azul que se impactó de lleno en el
iris.
No sabría decir a ciencia cierta si perdió el ojo debido al aguijón por pico
que tenía el ave, pero el punto era que no podía abrirlo, y aunque lo intentó,
todo se tornaba negro. A los segundos le llegó otro picotón pero en el ojo
izquierdo, con ello quedaba totalmente indefenso. Emitió un grito de aflicción
seguido de unas cuantas maldiciones escupidas al aire, la cámara rodó por el
suelo colina abajo, pues para colmo de sus males, había escogido el sitio más
alto donde pensó que tendría más amplitud visual a la mansión de la actriz.
Otros pinchazos por parte de la maliciosa avecilla en el rostro y el paparazzi,
al tiempo que lanzaba manotazos tratando de barrerlo con todas sus energías,
entre tropiezo y tropiezo, llegó hasta la orilla, fue ahí que de un último
picotazo en la nariz, lo hizo rodar loma abajo.
Una hora después la policía recogía el cadáver del paparazzi, la cámara estaba
prendida y a su lado. Cuando revelaron las fotografías para saber qué fue lo
que estaba haciendo, o que vio por última vez, lo único que figuraba eran unas
estupendas tomas de un colibrí azul, a los detectives les dio la sensación
estúpida, dado que era imposible, que el ave sonreía. Y, sin hallar respuestas
a lo sucedido, el caso fue cerrado.
Rossiel Black