NOTA: Y yo que pensé que demoraría mucho más, bueno, me alegro de haber sido breve y no dejar tanto tiempo esperando a las siguientes escritoras. He cumplido, creo... sino es así, please, díganme para editarlo si es que puse algo malo o simplemente no encajaba. Mis agradecimientos a Dulce por sus geniales ideas y a Deborah por nominarme pues, como dije antes, los retos me sirven para superarme.
Primer y anterior capítulo, les dejo el link.
Mágica Cita (Capítulo 1) ~Por Deborah.
P.D: Se me olvidó decir cuáles eran mis elegidas. Son.... son, son; Mircea Black y Maga de Lioncourt (Las quiero ;3 (XD))
Primer y anterior capítulo, les dejo el link.
Mágica Cita (Capítulo 1) ~Por Deborah.
P.D: Se me olvidó decir cuáles eran mis elegidas. Son.... son, son; Mircea Black y Maga de Lioncourt (Las quiero ;3 (XD))
***
El transformista se movió sigiloso por entre los pasillos del laberinto; un espacio desconocido para los humanos, incluso para seres mágicos de toda estirpe. La entrada era custodiada por dos Can Cerberos, perros de dos cabezas que extirpaban las visitas inesperadas o sin previa autorización. Debido a la oscuridad del lugar, los ojos del ser brillaban como dos trozos de carbón encendido cuya maldad no sobrepasaba la de una entidad suprema que se encontraba a una distancia considerable más adelante. El transformista poseía miedo, un sentimiento que le era desconocido pues nunca se había cruzado con una alimaña más poderosa que los de su raza, sin embargo, debido a su ignorancia acerca de los sentires, continuó avanzando en medio de paredones altos y agrietados que daban entreveradas vías dispuestas a dejar morir deambulando eternamente.
Con absoluta paciencia, el heredero de las tinieblas observaba al transformista que se deslizaba sinuoso hasta él en pos de ser un ánima humilde y obediente, haciéndole saber que jamás le sería infiel a su Dios… él, uno de los tantos hijos de Lucifer.
—Mi señor… os traigo buenas noticias —dijo el alado en un tono sutil, pero al mismo tiempo heráldico por volver en una pieza hasta la magna presencia del príncipe.
Se arrodilló, y enseguida sus manos se precipitaron al suelo así como su cuerpo a modo de reverencia, siempre con la cabeza gacha, sin tentarse a mirarle siquiera una vez, no deseaba ser manduca de Cerberos por llevar acabo semejante osadía.
—Dime, qué has averiguado de una vez —su voz tronó en todo los recovecos subterráneos del mundo, producto de ello un temblor meció suavemente a las ciudades encimadas sobre el gigantesco laberinto donde, momentáneamente, moraba, un tono gutural y al mismo tiempo de un tenor grave. No alzó la voz, al contrario, trató de hablar lo más despacio posible, no obstante, el mundo desde ya resentía su llegada.
Su nombre era Azrael, y su alma estaba compuesta por legiones de espíritus vengativos, o que en vida fueron humanos dedicados a hacer el mal. Él, era un demonio desmedido, vehemente y tajante en sus órdenes, odiaba y odia la desobediencia, pues ser un líder es algo que le resulta muy natural. Se levantó de su cómodo asiento y al mismo tiempo que lo hacía, su larga capa negra se iba recogiendo debido a la altura deshumana que poseía. La capucha permaneció inmóvil sobre su mollera de tal modo que era imposible percibir su rostro. El alado notó de soslayo, a pesar de la oscuridad que lo circundaba, unas manos nunca antes vistas y mucho menos imaginado; eran como ramas largas sin embargo de viscosa negrura que podían medir fácilmente un metro y medio de longitud, una aproximación obscena, empero precisa. Sintió un extraño morbo por conocerle a cuerpo entero, pero se abstuvo y permaneció con su humeante faz pegada al suelo.
—No se equivocó mi señor, Alex es el elegido.
—Eso es justo lo que deseaba escuchar. Ahora sólo nos queda convencerlo de que se pase a nuestro bando, hay que tentarlo inteligentemente, igual que mi padre tentó a Eva a comer la fruta prohibida… —agregó de modo casi inaudible, con que el alado lo entendiera, bastaba.
***
Con todo, había transcurrido un mes desde que Susana comenzó a instruirle en el ámbito de la magia, durante el proceso fue dándose cuenta de que el poder de Alex estaba por encima de muchos que se consideraban la Elite de la escuela del Dragón, incluso, podría hacerle frente hasta al consejo si se enfrascaba de lleno en aprender acerca de su poder y cómo manejarlo, mas por ahora, aunque ya con un ápice de entendimiento acerca de lo que tenía entre manos, podría postular a ser el amo del mundo si se lo proponía seriamente, ya fuera para bien, o… para mal.
En cuanto a la relación que tenían, podía decirse que el avance era muy pobre, Susana aunque contemplaba el rostro de Alex constantemente y el tiempo que le fuera permitido hacerlo siempre y cuando nadie se diera cuenta de ello, ocultaba cualquier indicio de un sentimiento naciente empero profundo, su orgullo pesaba demasiado, y por sobre todo, odiaba que le vieran frágil ante el latir de su corazón bombeante. Nunca aceptaría que comenzaba a encariñarse más de la cuenta con ese sujeto. Se veía impedida de dejar marchar a los malos recuerdos que ese chico le proporcionó a lo largo de la vida.
En cambio Alex, no se daba cuenta del corazón vecino, debía ser sincero al respecto en cuanto al tema del amor, era el genio de la chica y el suyo los culpables de que su alma siguiera fría y sin siquiera un cosquilleo en el vientre al verla acercarse, Susana se encargaba de patrocinar la enemistad entre ambos, no discutían, sin embargo la comunicación era mezquina y sólo intercambiaban vocablos cuando la lección daba inicio.
Suspiró profusamente al notar los dubitativos labios de Susana que se enfundaban en una rústica contienda por escupir algo que no tuviese que ver con el libro de magia que sostenía entre las manos, se hallaba absorta en un mundo paralelo, quizás, tratando de tejer alguna solución para los problemas que pudiese tener en casa, lo ignoraba, no obstante, los dígitos de la joven se pusieron pálidos por la presión con la que apretaba el libro.
Alex, sudado y cansado, se acercó a Susana extendiendo un brazo para posar su mano sobre la contraria, tratando de devolverle el alma al cuerpo.
— ¿Susana, te encuentras bien? —intentó sonar amable, aunque ella siguiera siendo una bruja mala leche con él. No iba a pedir disculpas por los errores del pasado si no había sido su culpa tampoco, la culpa tenía como dueño al que le hechizó, a ése debía pedirle explicaciones.
Susana fue víctima de una calidez exquisita sobre su mano, inconsciente del que la generaba, siguió observando hacia el futuro, las veces en las que podía ver el mañana eran ocasiones exiguas, reducidas y guardadas meramente para ocasiones de mucha importancia. Eso sí, ella no manejaba a voluntad su vidente alma, se daba repentinamente y de un momento a otro, llegaba como una dádiva en cualquier sitio que estuviese siendo al mismo tiempo un peligro inminente para ella pues, por obvias razones, lo último que deseaba era que sus visiones llegaran cuando cruzaba una calle, definitivamente quedarse clavada en el centro y con semáforo en verde, era una pésima idea, y verse arrollada por un automóvil se le antojaba una patética manera de morir.
Una energía extraña comenzó a absorber su visión, así como su espíritu, llevándola a un lugar remoto.
— ¿Susana? Oye, ¿qué te sucede? —Alex insistió, era la primera vez que saboreaba un trance absoluto como aquel, frente a él. Se preocupó por lo estática que se encontraba la humanidad de ella cuya vitalidad decaía lentamente. Estaba poniéndose fría bajo un sol a punto de chamuscar la bien torneada figura de Alex. Se le tensó el cuerpo, nervioso, era ilógico.
La asió férreamente por los brazos intentando despertarla.
Susana permanecía en la lontananza, deslizándose como un espíritu níveo a través de paredes casi negras, agrietadas, percibía la furia hecha demonio seguirla a una velocidad descomunal, pedía por todos los Dioses que no fuese algo tan demoledoramente terrible como para morir de un infarto ante el espectro. Debía sacarse esa molestia del pecho: y se volteó a mirar.
— ¡Susana! —exclamó Alex asustado, estaba entre la espada y la pared decidiendo si ir en busca de ayuda o quedarse hasta el final con ella. Votó por la segunda opción.
***
Los ojos rojos se precipitaron sobre ella, pero lo que la lanzó varios metros más allá fue un humo negruzco etéreo, lo que supuso enseguida debía ser la humanidad del transformista. Descolocada por la simple idea de creer que lo que la seguía era algo más terrorífico y no el mismo ser amorfo de la vez pasada, se puso de pie, preparada para dar rienda suelta a la batalla, y en lo que se incorporaba, notó que por detrás del alado se asomaban dos bestias más de las que no tenía pleno conocimiento. Se hallaba en una experiencia completamente nueva, y para su mala suerte, ignoraba cómo combatirlas. Le tocaría improvisar.
Cerró su mano en puño sobre el collar pronunciando tan rápido como le era posible un hechizo, el primero que se le vino a la mente y capaz de repeler cualquier tipo de ser mágico. Con todo y con eso, a medida que era testigo del brinco anormal de los Cerberos que se alzaban casi veinte metros por encima de su cabeza, con las fauces abiertas, dispuestos a cenar su espíritu, con un demoniaco cuerpo que parecía apresado entre cadenas sanguinolentas, con el rostro difuso sin embargo no difícil de imaginar, con laceraciones dispersas por doquier que pretendían ser una medalla por cada alma devorada, fue entonces, donde entendió que el conjuro no lo realizaría a tiempo.
Cerró los ojos y se entregó a los milagros que ocurren muy escasamente en la vida.
— ¡Deténganse!
Una ventolera estruendosa interrumpió el final trágico de Susana. La joven con exagerada lentitud abrió los ojos mirando de un lado a otro, buscando al que le había salvado, al que había provocado no sólo un aire violento que casi la despegó del piso, sino que también, provocó un temblor de menor intensidad pero no así menos anulador de nervios.
Azrael chasqueó dos dígitos y Susana se vio impulsada por una fuerza sin precedentes hacia adelante. Se llevó ambos brazos al rostro en cruz, cubriéndose de cualquier elemento que fluctuara en el ambiente, sin mencionar que la premura con la que era jalada era quemante, asfixiantemente insoportable. Una vez se detuvo, cayó en cuenta de que sus pies antes flotantes, ahora, se posaban sobre el suelo lleno de baches, álgido. Sus castaños cabellos largos cayeron como suave cortina sobre su espalda expandiéndose a plenitud, sus ojos buscaron impacientemente alguna silueta, y la halló a centímetros de ella; se asemejaba a una figura humana sí, pero su estatura no, no estaba segura pero tal vez, sacando conclusiones rápidas, podría fácilmente medir entre tres o cuatro metros, la obscuridad no ayudaba mucho, y al mirar con esfuerzo hacía arriba; unos ojos que le parecieron volcánicos. Todo esto lo pudo distinguir por la leve ondulación de la capa negra que usaba el ente, sino, hubiera seguido buscando imperiosamente al que le llamaba.
— Entrégame el humano al cual le enseñas, bruja —dijo, el Demonio la miraba desde arriba con los ojos entrecerrados.
Susana se agarró de las telas ajenas tratando de no caer de bruces producto del temblor que causó al abrir la maldita boca. Izó la mirada para enfrentarlo con la misma altivez, no sabía por qué deseaba proteger a Alex, pero una necesidad cuyo corazón aceptaba, le daba el aplomo suficiente para oponerse rotundamente una y otra vez. No lo entregaría.
— ¿Quién eres…? Y, ¿por qué necesitas a Alex? Es un iniciado… —dijo, y enseguida tragó saliva pues para escuchar la respuesta, tendría que someterse a nuevos temblores.
Azrael sonrió entre labios, una sonrisa profunda e insonora.
—Soy Dios, y vengo a someter al mundo a mi propio paraíso infernal —se inclinó desmedidamente hasta quedar cara a cara con Susana—, si te opones a mis planes, te torturaré durante mil años, en tanto Alex disfruta ayudándome a destruir este asqueroso planeta creado por la miseria innombrable al cual ustedes llaman, ¡padre celestial! —se enervó con idiosincrasia volviendo a mirarla desde lo alto.
—Tráelo aquí, y yo te concederé un deseo sin tener que darme a cambio tu alma. Con Alex, me doy por pagado —finalizó.
Chasqueó nuevamente los dígitos y Susana despertó, eso sí, antes de volver en ella, fue testigo de en lo que acabarían los humanos en el futuro, extintos.
Le has dado un giro genial a la historia, centrarse en los demonios es una buena idea. A ver qué desenlace preparan Mircea y Maga!
ResponderEliminar(a todo esto: pongo el link debajo de mi parte para que la gente siga la historia)
Hola guapa!, ante todo kiero agradecerte k decidieras colaborar en este reto y que encima de todo, hicieras una continuación tan magnífica!!!. Como dice Déborah, le has dado un giro buenísimo, ahora veremos a ver como acaba la cosa en manos de Mircea y Maga.
ResponderEliminarPor cierto, tienes un vocabulario muy enrequizo y exquisito, felicidades por ello!!!
P.D.: Acabo d descubrir k amo locamente tu manera d escribir, jejeje.
http://elclubdelasescritoras.blogspot.com/2011/09/ya-tenemos-la-continuacion-del-comienzo.html
Saludos y bs!!!
Ah, caray!!
ResponderEliminarPues has ido por mi lado, el de los seres oscuros ^^
A ver qué sale de esto, pero sepan que me la han dejado difícil.
Por cierto, ¿Mircea y yo debemos escribir el final o sólo una continuación que lleve al desenlace para que le toque desarrollarlo a unas cuartas nominadas? Me quedó la duda con sus comentarios.
Besos y me voy con las neuronas haciendo cortocircuito :-P
Por lo que yo entendí Maga, ustedes deben darle un final a la historia, por que la otras chicas se lo daran a las otras versiones que vayan subiendo.
ResponderEliminarDale no más Deborah, a ver si yo misma coloco el link de la primera parte por si alguien desea leerla, es un buen detalle el que me dices, lo olvidé o mejor dicho, se me pasó XD
Gracias Dulce, pero anoche mientras lo volví a leer por tercera vez -después de leerlas como tres antes mientras lo escribía- me di cuenta de unos errores así que lo corregí y te lo reenvié el escrito XD
Me encantó!! Rosiel me estás agradando mucho ejejej, me gusta como escribes!! ;)
ResponderEliminarSaludos y besos!!! ^^
pd. estaré pendiente de tus próximas creaciones ;)
Muchas gracias Nina!!
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