Llueve, desespera, la vista es floja y a causa de la neblina con suerte vislumbro al exterior a través de mi ventana. Vacio, me retuerzo en mi asiento sin mover siquiera una pestaña.
Pienso, de nada sirve. Hago mil pedazos el papel sobre la mesa, la tinta de la pluma entre mis dedos ensucia y no puede cumplir con su objetivo, deseo, escribir una estrofa antes de…
Aún me detiene el miedo a seguir con lo que anhelo ¡Fin! La tristeza vuelve, la desesperación me sigue embargando. No poseo nada, sólo a mí mismo, por si fuese poco, mi mente tampoco está conmigo. Me detengo, miro a la ventana y siento un escalofrío recorrerme por toda la anatomía. Siento al frío golpear las puertas de mi alma.
Las manos me tiemblan, ya falta poco, el final se acerca, ni entonar una sílaba puedo. Mis labios están muertos. Un día más, una noche más, y ya no puedo seguir adelante. Me canso. Ignoro todo.
Siento la muerte dar sus últimos pasos hasta mí, siento su respiración, siento su palpitar. No puedo más, no se me permitirá llegar más allá. Y sólo me queda el final. Adiós.
Siento la muerte dar sus últimos pasos hasta mí, siento su respiración, siento su palpitar. No puedo más, no se me permitirá llegar más allá. Y sólo me queda el final. Adiós.
Rossiel Black Dark
Yo también deseo dejar de fumar.
ResponderEliminarEs un buen microrrelato. Gracias por compartirlo.
Profundo.
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