Como un cometa que destroza el alma a su paso, es la esencia lo que se pierde, el ánimo de vivir..., la fortaleza queda tirada en una esquina cuando un alma ajena viene y te despoja de la tuya. Pareces ver mil cadáveres a diestra y siniestra de todo lo que te rodea, la familia pierde el resplandor, los amigos creéis que son tus enemigos. Entonces se pierde todo lo que creísteis primordial.
El amor tiene sus fascetas, sus procesos; buenos y malos amorios, despiadados y afanosos en amabilidad, sinceros y esos que rinden culto a la falsedad, unos llevados al límite y otros cubiertos de timidad. Nadie está libre de esta cruel enfermedad.
Primero empiezas por el anhelo, por las miradas que van y vienen, por el terrible deseo de estar cerca y por el sentimiento idóneo de pura pulcridad. Te desvives por ello y te alzas temprano por la mañana plasmado felicidad. Sonríes..., sonríes, quieres que todos sean parte de tu baile destinado a parar, tarde o temprano logras ver con claridad, la realidad.
Segundo ya no puedes esperar, es tanto el deseo de hablar que te detienes ante el ser y le mencionas con desmán - ¿un café te gustaría tomar?- y aunque nunca te ha gustado el café igual lo vas a tomar. El ente acepta y tú sonríes con mayor afán. Cautivas con tu resplandor, la vida parece continuar.
Tercero, el irte por la ramas ya no te es atractivo, quieres tenerlo solo para ti para nadie más. Le mencionas el sentimiento que se ve vilmente expuesto por conquistar. Te regala una sonrisa curvada de puro misterio e ingenuidad, mentira..., despechado siempre ha de estar y tú te lo crees total y absolutamente.
El tiempo pasa y el corazón te late a mil por hora con ése engendro del mal, no quieres parar. Te saca los ojos, te desarma a cuerpo completo, lentamente, sin que te des cuenta ni tú ni nadie, todos dicen alegrarse por tu relación más en verdad es pura mentis.
Los días pasan y algo se rompe, contigo rompen, el corazón se quiebra ya nada es lo mismo que ayer, el encanto pasa, las palabras se quedan regadas en el viento, bajo la lluvia recitas tu sufrimiento mientras como una niña pequeña te tiendes a llorar sobre el gélido espacio.
El vacío vuelve pero más latente que antaño, ya no recuerdas lo que hacias antes de conocerle, te sientes mal y a punto de desfallecer, cansada estás. Una muñeca de porcelana éres y serás por siempre hasta que otro amor venga a dejarte otra yaga, una más profunda..., una más certera. Pierdes la fe y la vida no es lo mismo que al inicio ¿Puede un corazón dejar de cautivar por su dolor u brillo personal? nadie está a salvo del delirio, de matar por el sentimiento, de dejarte caer nuevamente en las garras del sucio y pulcro amor.
Rossiel Black Dark
El amor tiene sus fascetas, sus procesos; buenos y malos amorios, despiadados y afanosos en amabilidad, sinceros y esos que rinden culto a la falsedad, unos llevados al límite y otros cubiertos de timidad. Nadie está libre de esta cruel enfermedad.
Primero empiezas por el anhelo, por las miradas que van y vienen, por el terrible deseo de estar cerca y por el sentimiento idóneo de pura pulcridad. Te desvives por ello y te alzas temprano por la mañana plasmado felicidad. Sonríes..., sonríes, quieres que todos sean parte de tu baile destinado a parar, tarde o temprano logras ver con claridad, la realidad.
Segundo ya no puedes esperar, es tanto el deseo de hablar que te detienes ante el ser y le mencionas con desmán - ¿un café te gustaría tomar?- y aunque nunca te ha gustado el café igual lo vas a tomar. El ente acepta y tú sonríes con mayor afán. Cautivas con tu resplandor, la vida parece continuar.
Tercero, el irte por la ramas ya no te es atractivo, quieres tenerlo solo para ti para nadie más. Le mencionas el sentimiento que se ve vilmente expuesto por conquistar. Te regala una sonrisa curvada de puro misterio e ingenuidad, mentira..., despechado siempre ha de estar y tú te lo crees total y absolutamente.
El tiempo pasa y el corazón te late a mil por hora con ése engendro del mal, no quieres parar. Te saca los ojos, te desarma a cuerpo completo, lentamente, sin que te des cuenta ni tú ni nadie, todos dicen alegrarse por tu relación más en verdad es pura mentis.
Los días pasan y algo se rompe, contigo rompen, el corazón se quiebra ya nada es lo mismo que ayer, el encanto pasa, las palabras se quedan regadas en el viento, bajo la lluvia recitas tu sufrimiento mientras como una niña pequeña te tiendes a llorar sobre el gélido espacio.
El vacío vuelve pero más latente que antaño, ya no recuerdas lo que hacias antes de conocerle, te sientes mal y a punto de desfallecer, cansada estás. Una muñeca de porcelana éres y serás por siempre hasta que otro amor venga a dejarte otra yaga, una más profunda..., una más certera. Pierdes la fe y la vida no es lo mismo que al inicio ¿Puede un corazón dejar de cautivar por su dolor u brillo personal? nadie está a salvo del delirio, de matar por el sentimiento, de dejarte caer nuevamente en las garras del sucio y pulcro amor.
Rossiel Black Dark
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