Claudicar nunca~ Autor: Rossiel Black

Claudicar Nunca


Sin pensar en los riesgos a los que me someto tras decidir tan difícil situación, es que sé que no hay mejor opción que ésta; tortuoso, deprimente. Es sólo el comienzo, así pues, sabiendo todo aquello yo no me detendré. El final promete ser empalagoso, lleno de furores que jamás imaginé.
            Mi lema es no rendirse nunca, soñar con metas que resultan imposibles pero que sabemos que con esfuerzo, son cien por ciento realizables.  Pasión, amor y dedicación; se complementan tanto entre sí, son la mezcla idónea, los ingredientes perfectos para una victoria contra el destino que a veces parece desear hundirnos en un charco de sufrimiento y necesidades.
            ¡No más! Yo conquistaré mi vida con las huestes que esperan tras mi alma, aguardan el momento exacto a que yo, su más alto General,  de la orden de guerra. Pelear y triunfar consigo mismo primero, luego vienen las victorias en tierras extranjeras. Mi país, donde yo me formé, donde yo guardé cicatrices invisibles pero al mismo tiempo imborrables pues perduran suplicios y experiencias que me han hecho lo que hoy en día soy: mi propio emperador.
Photobucket            Nunca rendirse…
            … el camino seguro al éxito.

Desafío Lectura: 10 Terroríficos.


Cómo a mi me encantan los desafíos, por sobre todo los de lectura (ya que me siento mucho más hábil  leyendo, que escribiendo), me he topado con este interesantísimo desafío que se propuso en el blog de Maga de Lioncourt con Natalia, "Una vida de novela". En éste se propone desde hoy 15 de Diciembre hasta el 15 de Julio (a que no es bastante tiempo, ¿eh?), leer un total de 10 textos de terror, ya sean novelas, relatos, cuentos, etc...,y además de ello no es necesario tener blog, ya que por facebook o por twitter puedes ir publicando tus avances, y si gustas hacer pequeñas reseñas de los textos que leas. 
Si es que quieres participar sólo tienes que pinchar el link que pondré más abajito, en el cual dejas un comentario que deseas participar, y listo. 
Lo importante de todo esto es pasar un buen rato disfrutando de la lectura.

Nos estamos leyendo.-


Mircea.-

Proyecto Noviembre: El Fragmento.

El proyecto para el mes de noviembre en el grupo "Adictos a la Escritura" se trata de El Fragmento, esto constaba de realizar un escrito basandonos en un pequeño fragmento literario, ya sea de un novela, una canción, un poema, etc. He estado un tanto alejada de la escritura ultimamente, así que solo espero que lo disfruten.

Tengo planes, grandes planes,
Voy a construirte una casa.
Cada piedra es una lágrima,
Y no te trasladarás nunca más
Sí, voy a construirte una casa,
Que no tiene ventanas, ni puerta,
El interior será oscuro,
Ninguna luz penetrará allí

Sí, voy a hacerte una vivienda,
Y tú serás una parte de ella.

Piedra sobre piedra, voy a emparedarte,
Piedra sobre piedra,
Me quedaré siempre cerca de ti.

Sin ropa y sin zapatos,
Me mirarás trabajar,
Los pies en el cemento,
Embelleces los cimientos,
Fuera, habrá un jardín,
Y nadie te escuchará gritar.

¡Qué golpes, qué martilleos!
Afuera, el día atardece.
Todos los clavos están derechos,
Cuando los clavo en tu cuerpo de madera.

Rammstein - Stein um Stein

Poderosa dermis enfebrecida por el odio, por aquél retorcido dolor al saber que la persona que amó no estaría nuevamente a su lado.  No, nada importaba ya, y es que al final el único culpable de todo lo sucedido era él; él y los malditos celos que habían logrado corromper cada una de las células que componían su humanidad. Cada decisión tomada durante el transcurso hubiera significado llegar irremediablemente al mismo punto; la pérdida inminente de su intrépido amante. 
Días antes de que el ocaso cayera como metal ácido e hirviente sobre su testa, alejando el raciocinio del cual todos somos portadores a algún lugar recóndito de su cerebro, dando sitio a una pésima idea con un final aun peor. Es preocupante, pero una vez que presientes que algo anda mal, te obsesionas hasta romper con el misterio.
El amor suele ser difícil, nunca sabes cuando algo acabará, y aunque sea por las buenas o tal vez agonizando, ese tiempo siempre llega. Él desestimaba que el amor se corrompiera entre ambos.
Dos hombres amándose en un tiempo a medias, aún criticable por parte de la ciudadanía, de ahí, su relación tan hechizante y etérea, tan colmada de reservas inusitadas.
               Mas con el tiempo la utopía que rodeaba sus sentimientos comenzó a opacarse lentamente por las desconfianzas; aquellas que suelen nacer en un estrecho punto del corazón, sitiado siempre a un costado de éste, y de pronto, la magia oscura trasciende por las venas donde se vuelve una con el torrente sanguíneo, en donde, tarde o temprano ensucia la acaudala sapiencia, que por tanto tiempo
se había mantenido fiel al crescendo de sensaciones afectuosas.
              
Pero ya es tarde…
… Y no hay marcha atrás.
Lo hecho… hecho está.
Es irremediable.   
Se miró ambas manos vestidas de gules, empapadas del muerto amado que agonizaba sobre la mesa de su propia casa. Nadie lo descubriría, de ello estaba seguro. Sin embargo, el dolor en su pecho se remarcaba con mayúsculas anacoretas esparcidas como un vendaval ahora por sus ojos, una lágrima que había dado inicio como un sutil rocío antes, ahora se volvía violento. Atravesó el cuarto decorado de manera rustica, nada elegante, simplemente sencillo. Se detuvo frente a un espejo de antigua procedencia, fue entonces que entendió que nunca estaría solo aunque hubiese acabado con su compañero en vida, su amor, los volvería eternos.
               Caminaría sobre este mundo aparentemente sin la mitad de su corazón, pero tan sólo él sabía que si guardaba sus restos, nada impediría que continuaran aunque fuese en los sueños noche tras noche, regocijándose el uno con el otro.
               Volteó y avanzó silencioso hasta su amante, aquel que mantenía ya por siempre su fría mirada fija en él; las pupilas acaecían y la frescura de su cuerpo daba a luz, prontamente se pondría rígido y el peso de su verdadero estado sería una molestia para su amante.
               Lo cargó con la delicadeza que se profesa al tratar la más fina joya, y se dirigió directamente hacia su habitación, la misma que había sido testigo de interminables noches de profunda pasión ahora también lo sería de su pacto a la eternidad. Corrió la cama a un costado, para luego desprender tabla a tabla el suelo de la alcoba. Ese sería el templo de su pasión y amor, ahí se reservaría el derecho de visitas no invitadas.
Era suyo, como siempre debió de ser.
Su más profano altar.
              
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El Magnánimo ~Autor: Rossiel Black


El Magnanimo

            Un trémulo resplandor de su nacarada dentadura abrumó la angustiosa oscuridad opacada. Y en sus ojos bailaba el misterio apremiante de una vida pasada, cultivada de experiencias desiguales, distorsionadas por el tiempo.
            Nunca su fe se esconde entre baúles viejos y resecos. Era un ente de propósitos más elevados, enardecido por el deseo tajante de corromper sueños y anhelos ajenos. Translúcida se volvía su sapiencia al mero recuerdo de lo adictivo, de lo corruptible.
            Izó la mirada hacia lo alto, allende donde la luna le apunta con el dedo acusador, qué importa, nadie parlaba su idioma. Nunca se sabría la cruda verdad.
            Él era el Mesías prometido, enviado desde el infierno.


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Amor Clandestino~Autor: Rossiel Black


             
           
Amor Clandestino


Se miran el uno al otro con un gesto cómplice; han hecho travesuras que generan mil cosquillas ardientes que se pasean vacilantes por el vientre. Un beso tímido pretende insinuarse sutilmente, esos labios carnosos se mueven por cuenta propia, invitando al otro a que vaya a por ellos.

            Se desean, se devoran con el tacto generoso que la yema de sus dígitos les entrega. Se aman de una manera desenfrenada y simplemente se dedican a disfrutar del silencio. No hace falta palabras que puedan destruir ese momento tan mágico, están enamorados.

            Una noche más, sólo una, y se verían destinados a soltarse de la mano. El mundo se acaba. La vida se acaba. No obstante, ellos se sienten eternos, con el corazón lleno aunque el resto del mundo se oponga.

Son hombres, los dos, han colisionado frente un grupo de humanos que reprochan sus corazones, no respetan el latir apresurado de cada uno pues no debería ser así. ¡Para qué! Si podían apegarse a las reglas generales de la vida y, casarse con una bella doncella de piernas suaves. ¡Pero no! Y mírenlos, ahí están, besándose desesperadamente, revolviéndose como dos vehementes en el lecho húmedo por sus placeres líquidos ya finiquitados, y aún por los que faltan.

No dejarían de amarse, les importaba un reverendo pepino que los escupiesen al rostro por sus elecciones sexuales, lo dicho, estaban enamorados. Y, tenían todo el derecho de ser felices, aún cuando eso tuviese que ser en otra época, en circunstancias disimiles.

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Reto, Diferentes versiones de un mismo cuento.

Nota: y aquí llegué con uno de los tantos finales que tendrá esta fantástica historia que estamos llevando a cabo con las chicas de "El club de las escritoras". Hoy ha sido el único día libre que he tenido en el trabajo, y si no fuera porque Rossiel me mantuvo durante todo el día frente al pc escribiendo no lo hubiese terminado. Espero que les guste mi versión. 
Los capítulos anteriores son: 
Saludos.

*****

Había pasado aproximadamente una semana desde el encuentro desafortunado con aquél ser. Cuando volvió en sí, lo primero que sus ojos encontraron fue el semblante cargado de preocupación de Alex  mientras la mantenía acurrucada entre sus brazos. No pronunció palabra alguna respecto a su trance, se excusó diciendo que su cuerpo exhausto le había jugado una mala pasada, pero que con una noche de descanso todo volvería a la normalidad; y como hubiera deseado que eso fuera cierto, puesto que durante esa noche ni en ninguna de las siguientes pudo conciliar el sueño, a cada momento que intentaba cerrar sus ojos, volvían las escenas de las que fue testigo sin consentimiento, despertando con el corazón agitado y la voz gutural retumbando en sus oídos con la propuesta a flor de labios, haciendo que su mente se debatiera en torno a la decisión que debía de tomar.

Pero las preocupaciones que mantenían absorto  sus pensamientos, no se veían reflejadas en su rostro. Había continuado, como si nada hubiese pasado, con las clases que le estaba impartiendo a Alex sobre el control de sus poderes. Eso sí, después de regalarle un collar con una piedra tallada, le había dicho que era para mantener controlado su poder y de ese modo, ser más preciso a la hora de hacer conjuros; pero en verdad era un amuleto que mantenía la esencia oculta bajo un manto que la hacía parecer insustancial. Era una táctica factible para seres de bajo rango, pero ante aquél ser, sería como intentar esconderlo bajo las sabanas de una cama, irrisorio.
—Hey, Susana, ¿estás bien? —pronunció en ahogado tono cuando se detuvo frente a ella. Mantenía las palmas de sus manos apoyadas en sus rodillas, mientras trataba de recuperar el aliento perdido entre tantas prácticas; su cabello azabache bañado en sudor se apelmazaba sobre su atezado rostro, el cual enmarcaba sus ojos esmeraldas, devoradores.
—Por supuesto —respondió casi automáticamente a su pregunta, desviando su mirada sonrojada hacia un punto indeterminado del suelo. Ese hombre le atraía de una manera desconcertante,  lo cual significaba una espina más en su trasero que cualquier otra cosa, sino fuera por ese estúpido sentimiento que le carcomía el alma, la decisión la hubiese tomado en aquel preciso instante sin sentarse a pensar siquiera dos veces.  Maldita sea, podría haber sido cualquiera, cualquiera menos él
—Desde hace  varios días que has estado actuando de manera sospechosa— comentó  Alex cruzándose de brazos —, ese comportamiento tan amable no es típico de ti, ¿acaso te diste cuenta que soy un ser de bien? —sonrió, haciendo con una de sus manos un gesto de falsa modestia. 
Susana se levantó sobresaltada de la silla en la cual estaba reposando, cerrando el libro que tenía entre sus manos, casi sobre la nariz del hombre. Sus pupilas pardas denotaban enojo, pero no contra él.
—Hasta aquí queda la clase de hoy, estúdiate este libro por completo—depositó  el volumen sobre su diestra, y sin más que agregar, se retiró del lugar. El tiempo comenzaba a agotarse y no continuar dándose el lujo de creer que nada estaba por comenzar.
Jamás, ni en sus más remotos sueños, se había visto como la salvadora del mundo, sino que por el contrario, durante su infancia la humanidad nunca mostró ni un ápice de apego por ella, el destino se había afanado en deshacer cualquier indicio de afecto que pudiera llegar a recibir, en su vida sólo existían las metas, mostrarle a la sociedad que no necesitaba ayuda de nadie para triunfar, y eso significaba que no podía aceptar apoyo ni del mismísimo Diablo.

*****

                Ingresó a su departamento casi arrastrando sus pies por la superficie, como si el cansancio fuera tal que apenas pudiese con  el peso de su propia humanidad. Se hallaba decaído y confuso. Su tranquila vida había dado un vuelco en ciento ochenta grados de un día para otro; pasando de ser un gamberro afamado, cuya única preocupación recaía simplemente en quién sería la próxima víctima de sus abusos; a ser un chico con poderes, el cual necesitaba la ayuda de la mujer que más le aborrecía en el mundo para no morir chamuscado por su energía. Suspiró, desprendiendo por entre sus labios casi por completo el aire de sus pulmones, en tanto, se quitaba la chaqueta que luego fue a dar al respaldo de un sillón aledaño. Las cosas estaban así y no cambiarían, aunque siguiera pensando en ellas. Se dirigió al refrigerador para coger una lata de cerveza helada. Lo mejor era continuar, dedicándose simplemente a descansar y batirse un poco las neuronas entre las páginas del libro.
Detrás del cristal de su ventana, vislumbró cómo la noche junto a su manto estrellado se hacían del firmamento, y en su centro el infaltable astro que con su fulgor argénteo bañaba la ciudad como dedos grises y penumbrosos.  Se acercó hasta posar la yema de sus dedos sobre el alféizar, pero antes de lograr siquiera colmarse de un sentimiento de tranquilidad que le regalaba aquella imagen, una voz áspera tronó en su cabeza. Al comienzo musitaba palabras inentendibles, como si de un idioma arcaico tratase, pero que poco a poco cobraba claridad. Se llevó ambas manos hasta sus oídos, botando de paso la lata cuyo líquido burbujeante se derramó sobre la alfombra, pero con todo y ello, no logró bloquearlo.
—Alex, Alex…— articuló el ente en su cabeza—,  me sorprende que todavía no te acostumbres a esto.
—Y nunca lo haré. Estoy harto de repetirte que no tengo intenciones de ayudarte —dijo, tenía un cosquilleó en el estómago que a cada segundo se intensificaba, un calor ardiente que sólo pronunciaba “temer” del enemigo—. Al parecer tienes un gran problema, ¿no? —pronunció valientemente—, si eres un Demonio tan peligroso como dices ser, ¿porqué no simplemente obligarme? —caminó hasta su habitación. Estaba claro que nadie podía socorrerle, cómo explicarle al resto que su enemigo lo acechaba desde su sapiencia, imposible.
—Jajaja, no te creas con el derecho de hablarme de ese modo— dictó. Y en las entrañas de Alex retumbó la voz gutural.  El jovencito era más ávido de lo que Azrael pensaba, comenzaba a sospechar que no podía simplemente llegar y hacerse de un cuerpo, para todo pacto, se requería que el humano diera la autorización.
—Bien puedes largarte por donde viniste —añadió enfurecido, y al mismo tiempo las piernas eran víctimas de un furtivo temblor.
—Oh, ya veo. Entonces no te molestará que mate a Susana, de todos modos tú la odias, ¿verdad?
Hubo un silencio sobrecogedor. Los pensamientos de Alex brincaban de un extremo al otro; estaba mencionando que tenía cautiva a Susana, ¿pero cómo? Si no había transcurrido tantas horas desde que la vio marcharse a casa, serena. Pero con un demonio metiendo su nariz, podía pasar cualquier cosa.
— ¿Dónde está? ¿Dónde la tienes escondida? —añadió, su voz se perfilaba nerviosa.
Tenía el deber de dejar fuera a Susana, no era justo arrastrarla con él hasta el infierno. Ese asqueroso ente había tenido el descaro de entrometer a terceros. Lo detestaba.
—Con gusto te lo mostraré, aunque desde ya te digo que no respondo por daños posteriores si demoras mucho en aceptar mi propuesta.
Enseguida la visión de Alex se vio interrumpida por acciones ajenas. Una habitación de gules le circundaba; era un lugar sumamente extraño, colmado de dolor. De pronto, frente a él, una figura conocida se antepuso como un cuadro bizarro; Susana amarrada de pies y manos extendida en la pared, se percibía la súplica en sus ojos, y sus labios parecían musitar una nota de socorro explícito, mientras que su cuerpo presentaba variadas laceraciones repartidas.
El corazón se volvió una herida punzante, ni a su peor enemigo le deseaba un castigo de esos. Tragó saliva con aspereza, una amargura colosal se le atascaba en la garganta como si de un momento a otro fuese a echarse a llorar, desconsolado. Cayó de hinojos sobre el suelo de su cuarto, recordando la imagen de Susana torturada a más no poder. Tal y como estaban las cosas, no podría soportar mucho más. Debía salvarla, era su manera de reparar el daño que le hizo durante todos esos años.
Izó la mirada, convencido de que estaba haciendo lo correcto y que no se arrepentiría luego.
—Acepto el trato… pero sólo si la liberas —las lágrimas atentaron con rodar por sus mejillas, estaba exhausto de la presión que Azrael había generado constantemente sobre él, como si le colocasen un dedo incesantemente sobre la herida agradándola cada vez más.
—La dejaré tranquila una vez hayas aceptado desde el fondo de tu corazón. No antes.
Azrael estaba impaciente, no obstante, muy complacido de obtener una fácil victoria; los humanos solían ser una herramienta muy sencilla de manejar. Con simplemente una ilusión podían entregar por completo su alma.
El joven cerró los ojos, en lo que ambas manos se cerraban fuertemente en puño, hasta que la piel de sus nudillos se tornó en una medialuna blanquecina. Sí, estaba convencido a quemarse eternamente en las llamas del infierno puesto que, bien enterado estaba que tendría que hacer cosas inimaginables.
                — Acepto…— fue todo vocablo que alcanzó a desprenderse de entre sus labios antes de que una carcajada estridente se estremeciera por el cuarto.
                — ¡Excelente! Ya sabes el camino que debes de seguir, no te detengas en ningún lugar, ven directamente hacia acá y tu amiguita podrá continuar tranquila con su vida— O con lo que le queda de ella. Continuó con la frase en sus adentros. Una parte de Azrael amaba el corazón de los humanos, más bien, amaba destruirles el corazón poco a poco.
              Alex alcanzó a ver una grácil figura posarse frente al ventanal. Era el gato negro del primer día.
             
              Con todo y con eso, Azrael se reía internamente entre las penumbras del laberinto; lo engañó en todo momento, nunca había raptado a Susana, la fémina estaba de lo más tranquila en su hogar sin un rasguño. Todo había sido parte de una ilusión causada por su imperante poder.

*****

                 El sonido de un libro al cerrarse hizo eco en la estancia desolada, levantando con sus hojas el polvo que solo el tiempo logra acumular. Con esto ya tenía todo lo que requería, y un poco más. Sus labios se curvaron en la sombra de lo que parecía ser una sonrisa, Susana se había preparado durante años para el paso que estaba a punto de dar.
La misma noche en que Alex vendió su alma al demonio, aquella noche de hace dos años atrás, ella fue capaz de observarle a través de su videncia, fue testigo del momento en que él musitó con sus propios labios aquella maldita palabra. Y en ese preciso instante lo supo, comprendió a cabalidad porqué había venido al mundo, la razón para continuar: matarlo. Deshacerse de él y de ese modo sellar todo deje de debilidad que aquel hombre dejo sobre su ser.
La batalla recién comenzaba. 

PREMIO "TU BLOG ES UNO DE MIS FAVORITOS"

Hola. Bueno, nuevamente me paso por aquí a mostrarles otro premio que me dio Dulce del Club de las Escritoras, pero este regalito no es sólo mío, sino que también de Mircea, para ambas está destinado. De verdad estamos muy agradecidas, así que procedo.



Este premio se lo concedemos también a:
Edain
Karuna
Esther Van Castle
Dreik de'Lenfent 
Dolly Gerasol
Aeren
Maritza Hernández
Rocío Encarnación Cruz
PukitChan Shindou
Marcos Dk
Vida Mía Santi.
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Premio!!!

Vengo  a mostrarles el premio que me otorgó Dulce, del Club de las Escritoras. Muchisimas gracias por pensar en mí para este premio, y felicidades a las otras chicas que también se lo ganaron.


Este premio también se lo concedemos a:

Edain
Patricia O. (Patokata)
Jonaira
Kristen
Aeren
Karuna
Nyra
Rivela Guzmán
Selin
Isthar
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Proyecto Septiembre: Fotografía.


Enfrentando al miedo.

Jamás le había gustado ese lugar, ni siquiera cuando era un infante.
Desde que tenía uso de razón, se había detenido a la distancia, mirándole con ojos plagados de un extraño “respeto” infundado, luego de que su hermano mayor se empeñase en contarle historias que estaban muy por lo lejos de ser cuentos de hadas. Es por ello, que no comprendía por qué había aceptado el desafío que le había plantado Cloe la pasada noche. Quizás se debía a que no quería ser menos ante aquellos profundos ojos obsidiana, no podía haber otra razón para que accediera a algo tan descabellado. Desde hace muchos años que venía deseando que aquellas orbes le observaran de otra manera, ya no más como la muchachita tímida y cobarde que fue en la niñez, sino como una mujer decidida, la cual, se enfrentaría a toda adversidad con mirada altiva.
—Bien Adele... —Pronunció para sí misma casi en murmullos, mientras su caja torácica se ampliaba ante el profuso aire que inhalaba. Se hallaba con un farol de mano como única compañía en medio de la penumbra, mientras la brisa invernal le castigaba con dedos crueles e invisibles la dermis del rostro descubierto, generando en su nívea tez, manchas carmesí. Aferró fuertemente con sus dígitos la tela del abrigo que reposaba sobre sus hombros, mentalizándose en que sólo serían unos minutos, unos cuantos minutos que tal vez transcurrirían lentos e intemporales, con cada segundo azotando sobre su mente, como la fusta a un caballo, pero que al final, como todo, pasarían. Suspiró, casi botando de un sopetón todo el aire adquirido. —...no puedes dejar que el miedo se salga con la suya—. Afirmó, emprendiendo camino.
Al comienzo dio unos cuantos pasos indecisos por sobre la estepa, para luego hacer de sus pisadas, una marcha constante, casi mecánica, en tanto un paisaje de extraña belleza ambigua, de esas que te suelen mantener absorto durante lapsos indefinidos, atrayentes, mas al mismo tiempo causan desconfianza, se abría ante su presencia. Los compactos arbustos daban la sensación de ser impenetrables, altas y poderosas murallas que podrían acallar hasta el más desgarrador grito de dolor, angostas pasarelas destinadas a extraviar a quien osase adentrarse, era una escena propicia a hacerte sentir temeroso, frágil.
El mutismo que le rodeaba era abismal, tanto así, que lograba oír el sutil vuelo de las luciérnagas antes siquiera de observar su fulgor dorado, sentía, sin mayor problema, los latidos de su corazón convulso haciendo eco sobre sus oídos. Tragó saliva con lentitud, como si ésta hubiese obtenido una densidad tal que le rasgaba la garganta con su paso, necesitaba un trago de agua urgente, agua y también una brújula. Sonrió.

La marca de sus zapatos quedó incrustada en cada recoveco del lugar, como si la salida se rehusara a mostrarse frente a ella, comenzaba a inquietarse, a pensar que se convertiría en una de las muchas protagonistas de los cuentos de su hermano, pero antes de que perdiese por completo todo deje de esperanza, vislumbró a lo lejos lo que parecía ser el final de su tortura, los ojos parecieron cobrar  un resplandor desconocido, quería, no, necesitaba terminar lo más pronto posible su suplicio, esta asma proporcionada por una buena dosis de miedo, amenazaba con hacerse más intenso y voraz, como si  le apeteciera quedarse de manera permanente.
Corrió tan aprisa como pudo, durante la estampida soltó hasta la lámpara, lo único que le importaba era el fulgor al final del camino, ese maldito laberinto la tenía harta, se prometía, lo juraba, nunca más volvería a entrar ahí. La garganta se resecó, las manos se mecieron en espasmódicos aspavientos, las ramas rajaban su fina y delgada piel dada la premura. El corazón estaba a punto de caer en el piso y perderse entre las espinas de los rosales, justo cuando... llegó a la salida.
La suave luz argéntea que otorga la luna le hizo sentirse aliviada, el aire se le antojó libertad, sus pulmones comprimidos parecieron dilatarse y aumentar su capacidad respiratoria, el enérgico ladrido de los perros desquebrajaron la prisión silenciosa en la cual estuvo inmersa durante lapsos insufribles, como si festejaran su regreso a la realidad.
Mas antes de que el alma recuperase la candidez absoluta, notó cómo una mano imperceptible se posicionaba sobre su espalda, enterrando sus garras impasibles contra la piel, jalándola con firmeza. 
No hubo tiempo para gritos.


La fotografía. Proyecto de Septiembre de Adictos a la Escritura. (Funesta Pasión)


Funesta Pasión

Eras como esta ciudad para mí, una belleza que sólo se podía admirar desde lontananza, incompresiblemente etérea, silenciosa frente a mí latir perenne. No te bastaba con hacerme sufrir sino que pretendías no atisbar nada, ¿lo adviertes? Me resultas gemela del paisaje que os muestro.  Sin sentimientos aún cuando me deslizo sinuoso por tus calles cubiertas de amistades que no sirven más que para decirte lo que realmente quieres escuchar, pero jamás llegas a oír mi bisbiseo que con brío intenta alzarse por sobre los demás estertores charlatanes. No, ni vistiéndome de cobalto y saturado donaire logras otearme desde tu poblada mente. Definitivamente piensas con los ojos terrenales, mi dulceata.

Hoy no pasa de hacerte ver que existo. Es hoy que destrozaré cualquier adarve que se me imponga, como fiel soldado que cuida tu palacio adornado de flores muertas, roído por ratas infectas que surcan tu morada. ¡Estas próxima a ser manduca de alimañas! Y creedme, los enemigos no lucen como tales, de modo que esperan pacientemente un punto exangüe de fragilidad antes de devorar la hiedra venenosa que posees por dermis, ¡mi amada! Impúdica reina de mi utopía putrefacta que por años he añorado acallar entre mis fauces con deliberada sincronía. ¡Frenético en estocadas te devolvería el músculo vital al cuerpo! Te daría dádivas bucales húmedas de pasión enardecida hasta extirparte el aliento de cuajo junto a tu maldad trastornada.

A priori lo que hago es por afecto, por el apego que enciende mi inaudito latir estruendoso que resuena entre las bóreas del este al oeste. Allende donde vayas comprobarás que no miento cuando aclamo tu nombre en medio del silencio como fina musicalización  palpada por noches de miedo entre espíritus y brujas soltando sus hechizos de muerte a los cuatro vientos. Sabrás de mi fuerza al susurrarte vocablos de amor en súbita agonía mientras me detengo a escasa distancia de tu balcón en lo que por dentro grito, mil veces. ¡Te amo!

Decidme, amor, ¿acaso no eres capaz de acariciar mi intrepidez desde tu lecho mientras yo muero, aquí… por un ósculo tuyo? Descaradamente no. Pareces flotar dormida en ideales frondosos de vileza. Mañana quién sabe con qué argucia habitarás tu marchita sapiencia luego de poner en tierra tu primera extremidad, un paso te hunde más en tu  fango anidado por demonios de permutada estirpe.

Compungido noto cómo mi espíritu se gangrena con el tuyo aún sin siquiera haber intercambiado dicciones durante nuestra vida que se me antoja eterna. Comprendo que debo librar una dura batalla con vuestra esencia; tengo el deber  y la bonanza de engendrar un camino de salvación para ti y para mí aunque el parto resulte doloroso. Son encargos que Dios pone en mi mano cuyo elemento de pronto se vuelve filoso y brillante, un puñal férreo como lo que ocultas bajo la falda, naciente entre tus piernas. Lo sé, aunque no lo haya saboreado con estos labios, esa miel fogosa que guardas en ánfora carnosa.

Ha llegado la hora de unirme a tu vals exorbitante, de hacerte mía mientras vociferas, con los ojos tan amplios que pareces herida, mi nombre. ¡Demonios! Caigo en el fatídico error de rememorar que no me conocéis, hasta el jardinero tiene más suerte que yo en tus arcaicas memorias.

Sonrío ante la miserable desgracia que poseo, todo se voltearía boca arriba en un segundo endiablado.   Yo… lo cambiaría.

Me interno con el sigilo del amante que no quiere ser descubierto por los padres de la núbil doncella, fatigado de tanta espera. Doy un brinco y mis pies se enredan en los ramajes que a su vez hacen de escalera, colisionan mis pensamientos a medida que la maleza se ensaña con mi piel y me arañan mientras me trepo con determinación hasta saltar como un crío sobre la planicie de madera. Altivo, me muevo hasta la alcoba buscando el psicotrópico de tu perfume a hembra, y cuando te encuentro, me deslizó ponzoñoso sobre ti, y con exagerada lentitud me recuesto. Pronto te faltará el aire, me veras, será amor a primera vista y luego te haré mía.

Tal cual si fuese una novela, abres tu boca, tus ojos aterrados y luchas. Sin embargo yo soy tu dueño. Con ímpetu me enredo en tu humanidad como dos flores nacidas en la misma maceta, moldeadas ad libitum para calzar a la perfección. Te restallo caricias poderosas en el rostro y pareces aturdirte por el sentimiento amoroso que te entrego. Me sumerjo con violencia en tu anatomía mientras quito cualquier indicio de tela. Te corrompo, me hundo en tus carnes. Te dejaré vivir una pantomima de lo que siempre has envidiado cada vez que visitas un teatro, te haré llorar por mi tacto enfervorizante. Luego de unos minutos de intensa pasión, todo lo prometido, se cumple.

Te contemplo con mis labios espasmódicos tendida sobre el camastro, inerte, con la visión extraviada en algún paraíso donde tal vez, uno igual a mí, reine. Aprecio la belleza infinita con la cual hurtas el alma de cualquier hombre. Juro por Dios que no tiene precio esta imagen. No sé porqué, empero aunque estas muerta, sigo deseándote de manera desenfrenada. 
No cabe duda de que serás, hoy y siempre… la urbe donde deseo habitar.
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