¿Qué son los celos? ~Autor: Rossiel Black

Es una paupérrima pregunta pero, hay muchas respuestas en la mesa para ella. Respecto a mi opinión personal, pues, es bastante confuso. Es una amalgama de pensamientos pecaminosos, sí…, pecaminosos e insidiosos porque, me devano los sesos buscándole respuesta para hallar mi propia expiación.

Unos dicen que es el manjar de la locura amorosa, otros dicen que es un mal que viene envasado desde que se nace junto a ti, pero, qué es en verdad aquel sentimiento que te hace desconfiar hasta de las respiraciones más hondas que salen del amado.

Yo, sinceramente digo que no desconfío de ella, más sí del resto. Te sientes perdido e indefenso como un cordero, no sabes qué hacer, cuál es el remedio para tu enfermedad mental. Vagas por los pasajes más oscuros y al final, no hayas nada, sigues tan cautivo de tu mente como al principio.

He oído a muchos decir que se sienten vivos cuando el otro siente celos, que no hay nada más reconfortante que sentirse así de querido y valioso. Se muestran como fieras, acto del cual antes no se tenía conocimiento, sin embargo, igual agrada al otro.

¿Será la soledad de los años la que hace que surjan cuestionamientos, dudas y quejas varias de las que ya ni sabes el por qué?

Será, acaso, la vida que les tocó lo que hace que el ser se sienta ahogado y amarrado en mazmorras de plata cristalina. Me pregunto, varías veces al día, matiné sobre todo, cuando yace mi mente a solas, ajena del exterior y de lo que le rodea.

Desde mi lecho, huelo la tristeza que esto causa, huelo la fragancia del terrenal que amo, huelo su carne, su mente y su alma, y con ello, leo su velo de cabellos enmarañados por los giros y arrumacos, taciturnos.

Quisiera saber los siguientes pasos a seguir, ¿Dónde está el manual barato que te aconseja? Sabes que no hay amigo a quien confiar tal secreto, por consiguiente, optas por el silencio ensordecedor y mutilante.

Sabes que lo que realmente es tuyo nunca se irá, pero te da pánico saber que lo que quieres realmente nunca te perteneció y, que pronto arrumbará otros puertos seguros, de momento. No quieres saberlo. Ser analfabeto de su vida es mejor.

¿Y si se va? Qué hago. Meditar y luego vagar imaginando lo que pudo ser y lo que no, y, al final, cuando ya no puedes apegarte más a los sueños, qué se hace. Abrirles las puertas a la locura, sí…, quizás es lo que encaja mejor.

Solo, y en un terrible silencio donde sólo se oyen los latidos del corazón propio, pertrecho. Música tan colmada de amargura. Las lágrimas se pelean en el rostro y aplauden al ya ido.

Mientras la cicatriz que se tiene por boca unta de un poco del salobre aguacero en tu fisionomía.

¿Adónde hemos ido a parar? ¿Alguien tiene el nombre de curandero sanador de corazones viejos y opacados? Por ahora me dedicaré a buscar la medicina para los celos, y es que, es tan difícil dejar a las palomas que vuelen libres al viento. Temes que no vuelvan al nido que representas tú, yo.

Cómo explicar con argumentos sustanciosos lo que yo siento. Difícil en cuestión.

Como decirlo, cada retazo de su piel me pertenece, por entero, su aroma, su hálito, su candor entumecido pidiendo ser prendido en rojo, por mi fuego.

Que otros le miren es un pecado sin nombre, que otros le hablen es para ponerlo en juicio ante el Diablo y el celestial, que ellos firmen contrato y hora de muerte, en donde irán a parar.

Irritan los amigos del pasado, por descontado y por muertos doy a los amantes arcaicos, brindo porque desaparezcan en la eternidad, que el mundo lo devore con un manjar empalagoso y vicioso, allá, fuera de mi vista y de mi amor.

De qué me sirve que me llenen de regalos si no puedo tener a ése que en charola de oro se muestra ante mis ojos, sacándome el odio que llevo dentro, quiero ése, no puedo esperar a tenerte entre mis brazos ¿Dónde está tu romanticismo mi bella flor violácea?

No quiero pensar, quiero cambiar. ¿Dónde está el juez para que me dé el tiempo de firmar mi testimonio antes de que me ejecuten? Quiero ser capaz de sonreír ante este mal en un futuro cercano, con quiero caer en el delirio. No te ofendas, pero si de mí dependiera, me amarro el corazón con cadenas diamantinas para dejar de sentir. Pero qué más da mi dulceata, ya estamos aquí, y aquí me quedo con el pecho erguido frente a las balas, por mí…, puedes disparar cuando quieras. Mejor muerto que vivo. Mejor sin pensamientos que con ellos. Mejor sonreír desde mi tumba añeja que la locura de saberte de otro.

     Rossiel Black Dark