Heme aquí, una vez más con un cuerpo en mis aposentos;
inerte, fresco, frio como todos, no quiero destrozarlo,
sólo contemplar sus pliegues, sin tocarlo siquiera,
tengo que resistir esta tentación...
las manos me tiemblan, mis entrañas palpitan...
¿Y si tan solo lo rozo con los dedos?
¿Podré calmar mis ansias?
A cada paso la sangre me circula más de prisa,
mis pupilas se dilatan,
y sé que mi rostro se ha tornado algo perverso...
mis dedos..., el cuerpo..., me resulta tan sublime
como la consumación del contacto del hombre Miguel Ángel,
he logrado la antítesis propia de esa escena...
¿Habré arrancado de Dios una sonrisa?
Al menos yo he sonreído,
y he arrancado escamas de piel para mi deleite.
¡Me sabes al cuerpo de Cristo!
lo juro por todo lo sagrado que he corrompido,
¿Será esta una señal? ¡Tengo el permiso de Dios!
Entonces he de tomarte, te ha regalado conmigo...
como una recompensa para mí o un castigo para ti, cuerpo exquisito.
Nunca se hubiese pensado que un humilde ser como yo,
pudiera ser el elegido de Dios.
Aún más amado que su propio hijo, pues desea conservarme vivo
haciéndome juez y parte de su plan,
y yo que me hacia condenado... que en un principio creí haber blasfemado con mis actos.
Es una lástima que sólo tú, mi cosa, cuerpo, objeto muerto,
seas el único testigo de esta revelación en la que Dios mismo
ha aceptado ante mí su doble moral,
¿Será que él deseó lamer el cuerpo de su hijo?
¿Será que lo hizo durante 3 días con sus noches?
En ese caso soy yo tu única creación a tu imagen y semejanza,
es mi mismo objeto de deseo, el que te motiva a seguir en tu eternidad.
He de ser entonces el medio para que satisfagas tus bajezas,
haz en mi tu voluntad como en aquella zorra que dio a luz a tu hijo,
¿Quieres ya que lo destace? ¿Que lo frote en mi cuerpo?
¡Disfrutad señor! ¡Disfrutad!
He aquí a tu hijo predilecto embarrándose con las entrañas de su prójimo...,
que han de forjarme un altar, a tu derecha sodomizando el cadáver del ungido.
Ahora si puedo llamarte padre,
y te amo por haber hecho mortales a tus siervos...
¿Terminamos ya señor? ¿Gustas que guarde un souvenir?
para consagrar esta unión, esta complicidad sucia y deliciosa.
Esperaré tu hambre padre para calmarla,
pues sé que al levantar una piedra ahí estarás,
al levantar un cuchillo ahí estarás,
al desmembrar un cuerpo ahí estarás,
al explorarlo con la lengua ahí estarás...,
asesorando mi mano, postrado a mi derecha.
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