¿Aceptaría esta pieza de baile? extiende la diestra mientras su mirada carbonizada impacta contra los ajenos ojos aguamarinos sucios en rojo carmín. La aceptación llega con un brusco movimiento de cabeza de parte de la fémina, agitada y envuelta en su vestido de no más que trapos va al son del ser que le aprisiona con firmeza. no hay vida. no hay respiración sólo la de él que sonríe encantado con la escena que ejecuta en el amplio salón de baile.
¡Háblame! ¡Grítame! ¡Suplícame! le susurra al oído en un giro despiadado y tormentoso. bailan y bailan a la luz de la velas que se agitan también como la doncella de blanca estirpe. Ante el telón trágico otros se muestran, mirando fijamente en su dirección. Ellos no respiran, no laten, no tienen sangre en la venas secas, núlo en movimientos van sólo de espectadores.
La doncella emite un gimoteo incesante en lo que su cabello se bate a muerte con la brisa. No hay nadie que pueda salvarle, no hay más almas que puedan mostrarle esperanzas para volver a vivir. Se suelta y a la misma vez se deja caer, victima del que le engalana esta noche con sus vestiduras de etiqueta.
La muerte no espera y abre sus brazos para acogerla empero algo la detiene totalmente, y ése, es su fiel amante que celoso se muestra ante la idea de la partida, de la maldita lejanía. No hay vida, no hay respiración, no hay latir, no corre sangre ya por sus venas..., una eterna noche de baile en el infierno junto al que recita su nombre con tanta sensualidad y oscuridad.
Rossiel Black Dark
¡Háblame! ¡Grítame! ¡Suplícame! le susurra al oído en un giro despiadado y tormentoso. bailan y bailan a la luz de la velas que se agitan también como la doncella de blanca estirpe. Ante el telón trágico otros se muestran, mirando fijamente en su dirección. Ellos no respiran, no laten, no tienen sangre en la venas secas, núlo en movimientos van sólo de espectadores.
La doncella emite un gimoteo incesante en lo que su cabello se bate a muerte con la brisa. No hay nadie que pueda salvarle, no hay más almas que puedan mostrarle esperanzas para volver a vivir. Se suelta y a la misma vez se deja caer, victima del que le engalana esta noche con sus vestiduras de etiqueta.
La muerte no espera y abre sus brazos para acogerla empero algo la detiene totalmente, y ése, es su fiel amante que celoso se muestra ante la idea de la partida, de la maldita lejanía. No hay vida, no hay respiración, no hay latir, no corre sangre ya por sus venas..., una eterna noche de baile en el infierno junto al que recita su nombre con tanta sensualidad y oscuridad.
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