El desolado lugar era nuevamente su labor, últimamente cada que iba allí era interrumpido pero esta ocasión no era como las otras, no iba a ver los recuerdos de los edificios y demás construcciones destruidas, no, mas bien iba a un lugar mas especifico, un lugar donde pensaba que ya nadie quisiera pasar ese lugar que daba aire de ser un barranco donde su fondo estaba lleno de lo que fueron una vez visitantes, y también de lo que era resto de construcciones que con su ligereza llegaron a ser arrastrado hasta ese lugar, caminaba de manera lenta hasta donde se podía oculta con grande pilare que fueron cayendo hasta queda inclinado haciendo como un "techo" o mas bien dar apariencia de una boca desde las altura.
Camino por la orilla viendo todo ese terror que se encontraba en el fondo, aunque solo alcanzaba a medio ver porque a pensar que el gran sol estuviera brillando en lo alto, anunciando el medio día allí parecía estar bañada por las sombras la luz se colaba pero siendo un proceso de la tarde cuando ya casi se esta despidiendo el astro rey. "Realmente triste", Ese pensamiento escapa a la sola vista, un "castillo" de la construcción que seguro era del edificio mas alto que existió allí unía de un extremo a otro a chocar con uno mas pequeño, subió lentamente por este como un acto suicida pero mas solo jugaba con ese sentir, ya que la suave brisa que aun se podía sentir como susurro de los perdidos allí daba la historia de su vida, y le llegaba como una sensación de liberta.
Aicon:
La tierra crujía bajo sus pies, sus cabellos al son del viento se mecían, aire álgido corría, después de caminar tanto por la carretera llegó a ese lugar tan derrumbado en los años de antaño, vaya a saber Dios lo que pasaría en estos sitios como para que acabase así.
Salto varios obstáculos en su camino, rigido como siempre, trozos de cemento arruinado y desteñidos ya de su color real, cayéndose a pedazos por mero despecho de la brisa matinesca. No se percató de presencia en rededor, llegando a subir a una de las ruinas más altas del recinto.
Silencioso, misterioso, sin ningún tipo de molestia en su rostro, inexpresivo por demás, observó al horizonte el sol se ocultaba lentamente, nada tentador pero algo de paz le traía, son los pasos y el sonido de latir del corazón contrario lo que hace girar el rostro levemente un tercio, viendo así, un espíritu o mejor dicho un joven varado en medio del derrumbe al igual que él.
Nuevos pasos y avanzó hasta al inquilino, deteniéndose a su lado sin fijarse precisamente el otro, mirando el atardecer siempre con serenidad en su dermis.
Nayi:
Aquel juego con la vida termina cuando se quedo en el centro de aquel "barranco" siendo testigo que de un movimiento en falso todo terminaría, miraba detenidamente lo que allí escondía, por unos instantes alzo la vista dando cuenta del cielo, aquel que medio se escondía por los encuentros de eso filoso "recuerdos" aquellos que ahora parecía lanzas de protección, en una terminación dolorosa donde las varillas se asomaba con afán de lastimar a alguien si se acercaba desde lo alto a descenso, era realmente como una clase de jaula que protegía aquellos que perdieron su alma en aquel lugar, era como los guardianes de los últimos olvidados, la brisa llego a su oído susurrándole algo.
Una mirada se vio apreciar la lejanía de su posición encontrándose con una presencia mas, lo miro detenidamente notando el danzar de su cabello similar al suyo, no pudo evitarse ponerse en alerta, en eso día no había sido los mejores así que quería evitar se sorprendido en cualquier momento, su fina mirada se volvió penetrarte demasiado en realidad como si hubiera tomado la fuerza de cuando estaba en su forma de águila, a pensar de que ahora seguía siendo humano, su postura en la misma quieto aguardando cualquier paso, como si por fin su aura pudiera leer la malas intenciones de otra persona, aquella vida en la ciudad le había dado esa señal de alerta, no mas bien la vida en lugares abierto lejos de la ciudad.
Aicon:
Tierra seca, polvo levantándose como una neblina, un atardecer que menguaba completamente, el sol escondiose tras el horizonte, paisaje diurno se quedaba. No tenía nada más que mirar pues ahora que de soslayo le observó, sólo sus bochas doradas rodaron al mirar la macilenta silueta, sus cabellos negros como la noche seguían en el rítmico vaivén de la brisa álgida.
Hombre silente mirábase con escrutinio al ente a su lado, inexpresivo por demás Aicon, dio pisadas firmes y seguras, puesto que ahora le anteponía su mirada directamente, examinando de pies a cabeza al jovencito.
Rodeándole con sus pasos, se colocó detrás del contrario, ninguna dulce melodía surgía de sus labios, finos, atractivos. No gustaba de los tratos amables, carente de emociones y charlador nulo... Sus manos se extendieron, pasándolos por sobre los brazos del joven, un abrazo fuerte empero sin aprisionar, único objetivo... no dar chance a ovación, prolijo acercó sus fosas nasales al cuello del ser, enredando incluso el cabello ajeno en su rostro, grabando aroma, sintiendo el palpitar del corazón ya que sus sentidos agudos y su propia naturaleza, le dejan oír al latente.
Leve compresión entonces apretó a la victima, su faz se anido a un lado del cuello, anillándose sutil para mirar la dermis contraria, ver expresión desigual quería, más sus brazos fuertemente anillados al cuerpo enjuto, espero efecto lento.
Un abrazo fraternal, una delicada terneza, ruin zalamero flemático que apreciaba el dolor que otros pudiesen mostrar en su presencia.
Nayi:
Aquel desconocido parecía examinarlo su mirada no despego de su movimiento a pensar que no se había movido de aquel lugar donde se encontraba no era por la falla de que a una pisada mal se caería en el olvido, no, esa no era la razón al contrario había muchas otras, pero la principal es que él nunca atacaba si no era por defender, en un instante el viento rompió tras de su espalda cuando chocaba con algo o mas bien con alguien, pues aquel abrazo lo delato haciendo que la presencia fuera de forma busca por el atrevimiento de querer algo de él, y no precisamente una amista, dejo que robara el aliento de su vida de una forma lenta surcando el dolor sufrimiento de la fuerza ejercida.
¿Dolor?, No, no era un dolor físico muy al contrario era uno provocado por algo de mal intención. Sus labios entreabrieron como si quisiera expresar algo mas no era así, lo que hacía era "llamar" al aliento para que regresara a él, ese ser silencioso rozo sus labios expresándose en una suave brisa, su mano se vio mover pasando a figurar una distintiva uñar afiladas que se mostraba brilla por el cuidado tenido pero no era la intención deslumbrar con ella muy al contrario, esta fueron su defensa a rasguñar de forma "violeta" a ese ser que simplemente apareció rasgado con tal dolor que casi podría aprecia que le quito gran pedazo de pie, era como penetrarte navajas aunque fuera simple uñas. ¿Cómo fue posible esto?, Seguro que nacería la incógnita, su alcance no fue mas lejos que los brazos que lo aprisionaba, su codo había sido flexionado hacia delante para poder logra tal objetivo, fue un movimiento que tuvo que usar una gran fuerza de su propia voluntad para lograrlo.
Aicon:
Sangre brotando por su hombro, mortíferas garras se ciñeron a su piel, las ropas rasgadas y con resultados de carne rojiza desgarrada, ofidio observó el detalle con suficiencia, parecíase que una mueca de altivez se alojó en su quijada, más no podríase saber nunca lo que ese ente pensaba o hacia, dejando poca oportunidad de visión plena y fehaciente al que delante suyo se encontraba.
Sus brazos estructurados enredador de los brazos frágiles del águila, no se zafaron, claramente dolor existía en ese hombre, problema tenia el mancebo para distinguir aquello ya que Aicon era muy duro de roer. Deshizo el agarre de sus manos grandes, antojándosele girar al joven para que le mirase a los ojos, acto que logró sin problema alguno.
Flemático llevóse una de sus manos al cuello del ente, apretándole bruscamente, palabra alguna le dirigió, no lo necesitaba ciertamente. Levantándole del piso, caminóse unos cuantos pasos al precipicio que promete con ser una caída certeramente destructiva... inclinóse la dermis entrecerrando sus bochas doradas, mientras, le dejaba suspendido en el aire, un movimiento en falso y le soltaría... tal vez... buscaba sólo escuchar petición de clemencia, más... dejaría al chico que aportara con su vivacía. Sentíase glorificado, excelso cuando podíase notar a sus victimas en pánico, rico manjar que no podía perderse… delicioso a sus papilas.
Sus brazos estructurados enredador de los brazos frágiles del águila, no se zafaron, claramente dolor existía en ese hombre, problema tenia el mancebo para distinguir aquello ya que Aicon era muy duro de roer. Deshizo el agarre de sus manos grandes, antojándosele girar al joven para que le mirase a los ojos, acto que logró sin problema alguno.
Flemático llevóse una de sus manos al cuello del ente, apretándole bruscamente, palabra alguna le dirigió, no lo necesitaba ciertamente. Levantándole del piso, caminóse unos cuantos pasos al precipicio que promete con ser una caída certeramente destructiva... inclinóse la dermis entrecerrando sus bochas doradas, mientras, le dejaba suspendido en el aire, un movimiento en falso y le soltaría... tal vez... buscaba sólo escuchar petición de clemencia, más... dejaría al chico que aportara con su vivacía. Sentíase glorificado, excelso cuando podíase notar a sus victimas en pánico, rico manjar que no podía perderse… delicioso a sus papilas.
Nayi:
La forma de defensa que utilizo tuvo efecto llego a sentirse libre pero no lo suficiente por escapar, su mano había salido hacia dirección de su vista haciendo que viera la rojiza presencia de la sangre, eso no le agrado mucho, un sentimiento de "tristeza" surco su mente por haber lastimado a alguien pero como todo en la naturaleza salvaje era supervivencia, no podía hacer nada mas que aceptar que fue para no caer en las garras de la muerte, eso realmente seria algo malo, ya que aun tenia demasiada cosas que hacer, se vio sumergido en su pensamiento cuando por fin se vio girando por aquel hombre, viendo el rostro de su atacante, encontrándose en un reflejo con aquella mirada.
Esa fuerte mano cerro en su cuello llegando a impedir nuevamente la presencia de aire que fuera en un paso muy lento de aliento hacía sus pulmones, su vista entrecerró cuando se vio separado de suelo, una sensación de dolor crecía desde aquel punto, su mano se aferró a aquel brazo como intentando alejarlo pero la fuerza se iba porque no estaba completamente recuperadas del acto anterior. El viento se agito avisándole que iba caer hacia aquella oscuridad, que se perdería de un mundo hermoso, tuvo que ser valiente dejo caer uno de sus brazos solo clavado sus garras de la mano izquierda en aquel brazo, y con la poca fuerza que tenia hizo de un sutil movimiento que provoco que llegara a patear en el abdomen de aquel hombre aunque sabía que eso podía significar que cayera en el abismo aun así pero debía verla todas las oportunidades.
Su pie a regresa llego a sentir el suelo pero estaba a la orilla aun así apoyo allí para no terminar de caer, cuando tuvo que ser rápido haciendo que aquella mano que había caído a su costado se estirara, rasguñando aquel rostro, pero con aquellos movimientos aun verse medianamente sujetado por el atacante llego a provocar que el dolor del aprisionamiento de eso dedos en su cuello fuera mas, ya que se inclinaba contra esa mano para el alcance a ese rostro.
Aicon:
¿La patada en su vientre?... no le movió ni ápice, entrenamiento en el templo tuvo, budistas que por muchos años le dieron castigos insoportables, llegando a convertirlo en arma que hoy era Aicon, si... un típico Shaolin, sin embargo él tenia su propio mundo, así que para ser justos el golpe no tuvo mucho efecto, cabía notar que sus contexturas físicas eran muy desiguales, la del mancebo era frágil, la de Aicon... una coraza... eso representaba la anatomía del ofidio.
- "Buen valor"- Expresó con voz grave, sensual... sus cabellos ondearon al viento nebluzco, visión tenía del jovencito. Empero las zarpas ajenas molestaron a la anaconda, sus ojos emitieron un brillo fúrico, levantó su mano raudamente, alcanzando a sujetar los dedos que, apretó deliberadamente con los propios, haciendo sonar más de un hueso que pareció quebrarse, quizá... sólo se los zafó, al menos tenía una mano carente de movimiento ya.
Es la mano contraria la que se aferra más al cuello nievo, quitándole la respiración al cien, lógico era que se desmayara pronto, por más espíritu de lucha que tuviera, la fuerza lo representa todo en una lid -"Elige. Tú vida o tú honor"- Ordenó que le diese respuesta, la sentencia la daría dependiendo de lo que agregara el joven. Y, no le dejó salir del precipicio, éste... seguía bajo sus pies, esperándole, pidiéndole con demasía.
Nayi:
No había demasiada ventaja para su suerte pero de una forma debía encontrar la forma de defenderse, la patada no servia eso estaba claro a ver que la que anteriormente había lazado contra ese cuerpo prácticamente fue un desperdicio de fuerza a no causarle ni el mas mínimo dolor, realmente no había una buena función que pudiera lograr pues cualquier salida pedía desventaja a ir perdiendo el aire que llenaba su pulmones, haciendo que tuviera una leve sensación de arde desde su interior, se había lazado aquel manotazo para lastimarle el rostro mas se vio atrapado haciendo que su hueso de su dedos fuera removido de su posición causándole un desgarrado dolor que provoco un grito que no fue escuchado, uno que nació y murió en su cuerda vocales.
Así mismo olvido escuchar las palabras que aquel hombre había dicho, su mano que aun estaba sana, y aun rasgando la piel de ese brazo que sujetaba tan cruel mente su cuello ahora con mucho mas intención de asfixiarlo perdía fuerza viéndose resbala de aquella carne, su vista termino por cerrarse a ser el sofoco mayor, el arde en su pulmones no era simple sentimiento, no, ahora ya perecía fuego vivo que quemaba por falta de oxigeno en ellos, escucho aquella decisión, una buena respuesta de alguien importante seria honor pero no había honor en una perdida fácil. Casi como un susurro muy lejano que apenas llego a escucharse de su fino labios fue.-Vida-, no seria la mejores palabras para algunos, pero para otro seria una decisión sabia.
Aicon:
Deslizándose su carmín por el brazo, vertiéndose las gotas sobre el suelo seco luego, debido a las garras que no dejaban de clavarse con tanta osadía en su piel, miró al inocente pedir por su vida antes que por su honor, después de todo era normal que lo hiciera ya que todos a estas alturas, preferían vivir.
Su muñeca afianzó el agarre, retirándolo de la orilla, dejándole ahora en tierra firme, justo frente a él, anillando su brazo derecho a la cintura del águila, le atrajo a su cuerpo -"Perfecto"- No agregó nada más... Le tomó entonces con ambas manos, subiéndolo a su hombro herido donde le cargó, empero la batalla no acabaría ahí.
Bajó a trompicones por las ruinas con el bulto, cargándolo, llegando así... a uno de los edificios donde le soltó, dejándolo caer en el suelo, sin consideración alguna del daño que le provocaría el impacto contra la tierra.
-"No he acabado"- Reafirmó con severidad. Mirada irreverente le obsequió, le giró con el impulso de su pie... alzó la pierna y dejo su bota negra presionando el pecho pétreo del joven -"Lo siento, eres mi presa hoy"- añadió secamente, haciendo otro tanto de presión sobre el pecho, el cual no demoró en emitir sonido, costillas rotas, dos, quizá... eran tres, no pudo precisar cuanto fue el daño, dejarle casi muerto era el objeto principal de sus delicias y favores.
Corrió un poco su capa, empuñando la espada que comenzó a mostrar su doble filo al salir de la funda lentamente, hasta sacarla en su totalidad, la punta del arma toco tierra y sin prisa la llevó al pecho, cortando las telas, dejándole desnudo de su parte superior.
Su muñeca afianzó el agarre, retirándolo de la orilla, dejándole ahora en tierra firme, justo frente a él, anillando su brazo derecho a la cintura del águila, le atrajo a su cuerpo -"Perfecto"- No agregó nada más... Le tomó entonces con ambas manos, subiéndolo a su hombro herido donde le cargó, empero la batalla no acabaría ahí.
Bajó a trompicones por las ruinas con el bulto, cargándolo, llegando así... a uno de los edificios donde le soltó, dejándolo caer en el suelo, sin consideración alguna del daño que le provocaría el impacto contra la tierra.
-"No he acabado"- Reafirmó con severidad. Mirada irreverente le obsequió, le giró con el impulso de su pie... alzó la pierna y dejo su bota negra presionando el pecho pétreo del joven -"Lo siento, eres mi presa hoy"- añadió secamente, haciendo otro tanto de presión sobre el pecho, el cual no demoró en emitir sonido, costillas rotas, dos, quizá... eran tres, no pudo precisar cuanto fue el daño, dejarle casi muerto era el objeto principal de sus delicias y favores.
Corrió un poco su capa, empuñando la espada que comenzó a mostrar su doble filo al salir de la funda lentamente, hasta sacarla en su totalidad, la punta del arma toco tierra y sin prisa la llevó al pecho, cortando las telas, dejándole desnudo de su parte superior.
Nayi:
El desliz de su mano hacía su costado había llevado parte de aquel liquido en sus uñas dejando así las gotas de la misma sobre el abismo, ese color rojizo se perdía inmediatamente a solo caer de su clara mano, sintió el dolor irse no de la forma deseada solo dejaba mas el paso de aire pero aun así la "herida" estaba hecha le causaba un poco de dolor el tomar la bocanada de aire necesitaba recuperarse de ese estado de abstinencia del oxigeno, se vio torcer para alejar esa molesta sensación escucho aquellas palabras que no entendió viéndose tomado como simple costal, hubiera pateado si no fuera que el atacante lo dejo casi en la inconciencia por lo cual todas las fuerza había sido alejadas.
-hg-, Un quejido escapo de sus labios antes ese cruel azotamiento en el suelo haciendo que el dolor cayera por toda su espalda que fue la fuente del impacto, la azulada mirada se encontró con aquel rostro siendo revelado esas palabras que no se podía apreciar en algo bueno, trato de incorporarse pero eso solo hizo que aquel pie se estrellara contra su pecho obligándolo a volver al suelo causándole un fuerte dolor siendo evidencia del rompimiento de su costillas, la electrizante sensación del dolor lleno completamente su cuerpo, se mordió el labio pues su labios no deseaba desgarrar el silencio del ambiente con su dolos. "¿Que piensas hacer?", Aquellas palabras se hubieran emitido pero su voz se negó a salir solo siendo la presencia del movimiento de sus labios, sus prendas fueron rotas cayendo a su costado se removió, pero eso fue un acto estúpido pues termino de sentir mas el ardiente dolor.
Aicon:
-"Sin arrepentimientos"- Sentenció con tono ligero, matices en rostro contrario, dieron aviso de que ya no resistiría más su tortura, entonces qué...
Esa anatomía ya no resistiría otra compresión de su parte, no... Moriría si le tocaba de misma forma como lo hizo antes, por ende, se satisfaceria del macilento a gusto propio... tal vez, luego de lo que le haría ya no le quedaran fuerzas para volver abrir los ojos azules, empero ya no daría marcha atrás, sus caprichos principales son... más los del joven, quedaban echo añicos ante los suyos.
Su espada siguió rozando la piel, bajando hasta el ombligo, incrustóse levemente el filo, dejándole una herida de mediana profundidad, si se atendía con eficacia, probable era que renaciera la vida, lamentable era que no le dejaría irse en esas circunstancias, no hasta que se sintiera satisfecho. Luego, que hiciera lo que quisiera, a ver como lo haría.
Otro tanto descendió la espada, llegando ahora a la pelvis, su calzado presionaba el cuello, volviendo la asfixia al joven, más la tela cedió, obedeciendo a cabalidad, dejando el miembro viril del águila a plena brisa álgida, mostrándose en toda su magnificencia. Erectándose al unísono ya que el frío suele provocar esos males, erizándose la piel como acompañante.
-"Provecho"- Aplicó con leve, muy leve mueca de placer, retiró la espada entonces clavándola en la pared, la cual recibió el filo que colado se quedó hasta más de la mitad... su pies se retira del cuello, está justo en la medida que lo quería, casi al punto de la muerte, son sus manos las que toman de los brazos al enjuto y lo levanta de suelo empolvado, estrellándolo contra la pared, su boca pecadora se abalanza en contra de los labios contiguos, metiendo la lengua dentro de cavidad bucal, robándole otro tanto de oxigeno cuando ya le tiene completamente. Y, su cuerpo se apega al otro, presionándole contra lo que les resguarda, cemento caducado, no importaba mucho y es que, se han vuelto salvajes y mortíferos sus labios, robándole sabores y más saliva al ajeno. Con ambas manos le sujeta, dejándolas clavadas a sus costados, en alto, véase que la fuerza que utiliza ahora en esas muñecas, deja marcas en rojo carmín, el águila ya no tenia nada más que hacer que entregarse de lleno a la anaconda.
Esa anatomía ya no resistiría otra compresión de su parte, no... Moriría si le tocaba de misma forma como lo hizo antes, por ende, se satisfaceria del macilento a gusto propio... tal vez, luego de lo que le haría ya no le quedaran fuerzas para volver abrir los ojos azules, empero ya no daría marcha atrás, sus caprichos principales son... más los del joven, quedaban echo añicos ante los suyos.
Su espada siguió rozando la piel, bajando hasta el ombligo, incrustóse levemente el filo, dejándole una herida de mediana profundidad, si se atendía con eficacia, probable era que renaciera la vida, lamentable era que no le dejaría irse en esas circunstancias, no hasta que se sintiera satisfecho. Luego, que hiciera lo que quisiera, a ver como lo haría.
Otro tanto descendió la espada, llegando ahora a la pelvis, su calzado presionaba el cuello, volviendo la asfixia al joven, más la tela cedió, obedeciendo a cabalidad, dejando el miembro viril del águila a plena brisa álgida, mostrándose en toda su magnificencia. Erectándose al unísono ya que el frío suele provocar esos males, erizándose la piel como acompañante.
-"Provecho"- Aplicó con leve, muy leve mueca de placer, retiró la espada entonces clavándola en la pared, la cual recibió el filo que colado se quedó hasta más de la mitad... su pies se retira del cuello, está justo en la medida que lo quería, casi al punto de la muerte, son sus manos las que toman de los brazos al enjuto y lo levanta de suelo empolvado, estrellándolo contra la pared, su boca pecadora se abalanza en contra de los labios contiguos, metiendo la lengua dentro de cavidad bucal, robándole otro tanto de oxigeno cuando ya le tiene completamente. Y, su cuerpo se apega al otro, presionándole contra lo que les resguarda, cemento caducado, no importaba mucho y es que, se han vuelto salvajes y mortíferos sus labios, robándole sabores y más saliva al ajeno. Con ambas manos le sujeta, dejándolas clavadas a sus costados, en alto, véase que la fuerza que utiliza ahora en esas muñecas, deja marcas en rojo carmín, el águila ya no tenia nada más que hacer que entregarse de lleno a la anaconda.
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