Encontrar lo que no buscabas (Muraki - Gemini) Rol.

Gemini:


Pobre del viejo corazones, su corazón no resistió tanta presión. Nadie sabe su paradero, ni qué fue exactamente lo que sucedió. El silencio es dueño de aquella habitación que alguna vez fue de su descanso, sus victimas, las pocas que han sobrevivido no echan de menos su presencia, ni bueno, ni malo, el Ace de corazones no ha marcado a los habitantes de la mansión. Brilló en su ausencia, y brillará eternamente en el silencio de lo desconocido, olvidado por las pocas mentes que alguna vez le conocieron, nunca conocido por los nuevos y los futuros que vienen y vendran.

He ahí el candidato, caminando, deteniéndose. Sus pasos son normales, tranquilos. No es conciente de que es vigilado todo el tiempo, de que sus hilos son controlados por una mano maestra que le mueve y acomoda cual simple muñeco es. No hay voluntad propia en el teatro, todos y todo son parte de su enorme juego.

Es entonces que el aire cambia, los musculos se tensan, algo no está bien... las paredes sangrantes susurran una advertencia que es dificil de decifrar.

En el medio, una figura se posa inerte y oscura aguardando al caminante. Es alta, aparentemente de un hombre adulto. Pero no es humano, no es vampiro, ni es una criatura que todos pudieran conocer de la mansión. Es algo distinto, demasiado extraño como para tratar de comprenderlo a base de sentidos...



-" Le estaba esperando "- Murmura simplemente con voz pacible. No hay apuro ni sentimiento en sus palabras, solo una expresión neutra que suena confiada de conocer al vampiro. -" Espero que su estadía hasta el momento le haya sido grata, Señor Muraki "- El susurro suena ligeramente burlón. No hay señores ni amos más que el dueño del Teatro ¿Pero que hay de malo en llamarles como ellos quieren o deberian de ser llamados...?


-" Sígame..."- Su cuerpo da medio giro emprendiendo un caminar suave y pausado por aquel oscuro pasillo. Su túnica cubre gran parte de su rostro y se arrastra como espectro por el suelo. Casi no pareciera caminar.


Muraki Le Croys:


Silente y errante deambulaba por la mansión, la brisa carecía de fuerza, un aroma deleitante embriagaba sus sentidos, olor a muerte. Como siempre, nada bueno que hacer, ninguna víctima con la cual dar rienda suelta a sus deseos más impuros, todo envuelto en un denso silencio lleno de oscuridad, apabullante se tornaba la atmósfera.


Empero, sus orbes se detuvieron en las paredes del pasillo, sangre manaba por éstas, entrecerró los ojos meditabundo, la brisa volvía a cambiar drásticamente. No podía percibir que el peligro acechaba, sin embargo, el presentimiento le jugó en contra, sus músculos se tensaron por extrañas razones, causas que desconocía.


Muraki no es así ¿Qué podría ser lo que se aproxima o qué ya está tan cerca de él?... no hay respuestas para describir el desconcierto que se aloja en su mente. No es normal.


Un paso, dos... vuelve su mirada al centro, olvidando el mural sanguinolento y es ahí que un ente completamente diferente aguarda. Le parece extraño que no pueda sentenciar certeramente qué clase de ser es, sus sentidos se ven perecer ante él. No puede entrever lo que ese ente se trae entre manos, no es capaz de ver su rostro, aporta sólo la altura que su cuerpo siniestro muestra, una sensación de temor es lo que deja emanar como efluvios en el aire, no hay más nada.


-... ¿Me esperaba a mi?...- indaga, tono suave de voz, puede intuir que si no cuida su boca con él, pronto le caerá encima el castigo eterno. Traje oscuro cubre la silueta del contrario, demasiado misterioso.


Un tono burlón es el que usa el misterioso ser, suave voz como si nada pudiese quebrantarle, es tan neutra como abrumadora. Le respondió apacible -... grata a sido mi estadía señor, nada que reprocharle al dueño de la mansión...- añade escéptico aún por no saber a lo que se enfrenta.


El vampiro guarda silencio absoluto ante el pedido. Movimientos mayestáticos en un suave giro es lo que puede apreciar. ¿Qué podría hacer? ¿Dar media vuelta y volver por donde vino?... Ni loco, no con él ahí enfrente, le seguiría hasta el final, ya no hay vuelta atrás. De alguna forma, deseaba seguirle aún en contra de su voluntad, aquellos pensamientos que se agolpaban en su mente, desquiciándole de momento por la "fortuna" de encontrar a alguien como aquel. Era una oportunidad única y no la desperdiciaría.


Calmo avanzó hacia paradero desconocido, sólo se dejaría llevar. De manos en bolsillos le siguió el paso, pisándole casi los talones y con una infinita seguridad de que después de esta noche. Nada sería igual.




Gemini:


No hay respuesta a una pregunta obvia. La figura simplemente hace sus movimientos meditabundos, efímeros al cuadro que se presenta en los pasillos. Podría estar ligado perfectamente a su alrededor, pero hay algo en él que lo diferencia de lo que se puede ver a simple vista. Estando el hilandero presente el decorado se vuelve poco importante, denota su falsedad ¿Pero quién logra captar esa fantasía si no son los ojos puros del ajeno que no existe y el propio dueño de esa ilusión? La sensación de sus pasos se vuelve extraña, pero no hay planes en su andar, nada se les interpone ni da señales de proximidad. Llega a ser curioso la tranquilidad que se haya, el silencio, todo tan calmo como el mar ante de la tempestad.


Su escepticismo quizás le de un punto a favor pues una sonrisa apareció en los labios del dueño. Un simple gesto confirmaba su suposición dejando un hueco aun más misterioso entre ambos entes. ¿Qué querría el dueño con él? ¿Por qué él y no otros? A esta altura el vampiro ya debía tener en tanto aquel hecho de subir posiciones por actos y luchas ¿Pero qué tan alto podría llegar un jugete?


Muraki se muestra seguro de seguirle, por más que los hilos se encuentren tenzados impulsándole disimuladamente, es su voluntad la que persiste en este caso. Avanza por propio deseo, pues el Hilandero quiere ver su valía. El vampiro no tarda en demostrárselo sin estar consciente de ello, pero le agrada notar que no duda ni piensa en dar media vuelta como lo haría cualquiera.


Ante nada el valor es lo que será apreciado. Valentía a los desconocido, el pecho contra las balas sin temor alguno. Es aceptada la duda pues es normal sentirlas frente a un ser que no tiene comprensión de una mente pensante. Por eso la sonrisa es amplia, satisfecha como pocas veces alguien logra verla, y si la ve... no es para bien propio. No como en este caso.


-" Si la estadía le ha sido grata es por que su lugar es aquí "- Comentó sin detener su paso. ¿A dónde iban? Quizás a ningún sitio, el pasillo parecía ser infinito por cada movimiento que daban. Como siempre, la seguridad era difícil de encontrar dentro del teatro.


-" Es una lástima que no todos sepan disfrutarla tanto como usted lo hace. Está en uno el disfrute y la forma de adaptación... creo que pocos son los que lo comprenden este hecho "- El pasillo acaba de desaparecer, dando ahora con un pasadiso, uno mucho más corto que los lleva algun sitio de la mansión que es difícil de desifrar.


Hasta el más apto se perdería allí dentro.




Muraki Le Croys:


Silencio perpetuo, algo que sin duda le inquieta. El ente de cubierta anatomía, no muestra reacción alguna, sólo avanza haciéndose uno con la oscuridad. Hay tanto en ese ser que pocas se hacen las palabras para hallar respuesta, ciertamente... parecía ser que cada vez se perdía más en ahondar en recónditos parajes de ese individuo.


Sí, el luciferino claras intensiones tenia de subir, sólo que no pensó encontrarse con el propio amo de la mansión, tal vez, si era escogido en alguna parte del tiempo efímero y vivido ya en ese lugar. Era siempre de seguro mandar a sus fieles, probar su valentía, su honor, su orgullo querer quebrantar. Pero no... era el mismo quien salía a hacer sus travesuras. Era digno de vanagloriar.


Si los hilos se tensaban en su cuerpo muerto, no pudo notarlo, había escogido seguirle, despedía ese ser cosas distintas, por ello y sin volver la vista hacia atrás marcharía, sólo avanzando junto aquel. Sólo sus pasos suaves, casi inaudibles, aporta el vampiro detrás. Nada puede oír del contrario, realmente es un ser mayestático, ni en comparación a él. La sonrisa imperiosa del hilandero, el Nosferatu no pudo captarla, aún era su guía y no se detenía, quizás el hecho de no ver esa clara sonrisa en sus labios, podría menguar el camino pedregoso que más adelante le esperaba. Tenía cierta curiosidad por ver lo que en ese rostro se forjaba. No... aguardaría hasta que el mismo ser le mostrara sus claras intensiones, y si deseaba, su expresión corporal, mantenerse cauteloso era lo mejor cuando no se sabe con quien se trata.


-... razón ha de tener, este lugar es un albergue para mi pútrido corazón. Sólo aquí me siento conforme, yo mismo... sin necesidad de mostrar falsas caretas como lo hacía antes... en el mundo exterior...- comentó sereno. Idea no tenía aún de en donde se encontraba ¿En el infierno? El cielo no era, ni pizca de duda en ello. Entonces ¿dónde se hallaba?... Seguía perdido en respuestas inexistentes. Eterno era el pasillo, entre más avanzaba mas largo y penumbroso se formaba el camino.


-... Muchos seres deambulan por estos parajes, todos y cada uno interesantes en su forma de estar... gustoso de ver siempre lo que han de mostrarme....- añade de nueva cuenta. El pasillo se termina cuando minutos antes lo sentía eterno, era tan enigmático todo. Sus labios se sellaron en lo que un pasadizo se abría. No pensó en nada, gallardo avanzó a lo que fuera, pasara lo que pasara habría de tolerarlo, soportarlo. Tenía mucho que conocer y escudriñar.




Gemini:


Honor o maldición todo estaba por verse. No por nada era Gemini quien se presentaba frente a Muraki, mientras sus espectativas sobre él sigan siendo las mismas estaba seguro que valdría la pena el 'sacrificio'. La ausencia y el poco entuciasmo de ciertos Aces le hacia pensar que quizás una nueva compañía en el cuarteto no les haría para nada mal. En cierta forma el clima estaba ligeramente templado, listo para ser cambiado abruptamente, he ahí donde él tenía la palabra para que esto sucediera.


En parte era su culpa por haberse entretenido con otras visiones descuidando así su 'trabajo'.


Era lo de menos....


Al pasar unos pocos segundos el amo del lugar abre una puerta pequeña hacia un nuevo pasillo. Aun comprende las palabras del vampiro y se regocija de tan solo saber que ha escogido bien esta vez. Claro que hay una pregunta en el inmortal sobre el sitio donde se encuentra, pero es algo que simplemente nadie ha de averiguar, pues ni el propio Hilandero lo sabe, simplemente están sobre una masa oscura donde no hay retorno ¿Qué más simple podía ser? Si había salida, hasta ahora nadie supo hallarla, pero tampoco es que halla habido algun sacrificio significativo como para si quiera impresionar al dueño. Ah... tantas vidas derrochadas ¿Es que ya nadie luchaba por salir de allí? ¿O es que sus obstáculos cada vez eran más difíciles de atravezar...?


-" Por eso es que estan aquí, no son escogidos al azar "- Comentó luego de escuchar sus ultimas palabras. -" Cada criatura tiene algo que las ha hecho únicas a lo largo de su vida... ¿Cuál crees que haya sido el por qué que esté hoy aquí? "- La pregunta es sin rodeos, una especie de prueba como tantas a las que llegaría a exponerlo, tan simples como insuperables, algo que le caracterizaba como la mente maestra del lugar. Sin embargo hay algo diferente, luego de cruzar la puerta el amo enfrenta la mirada del ser que tiene a un costado suyo. Indaga en ella bajo aquel manto oscuro que recubre su mirada vacia, pero prefiere escuchar que leerlo de su mente.


La sonrisa es plena y maquiavelica, pero no hay acción más que el contemplar.


¿Y dónde es que fueron a parar? Pues nada más que a la mismísima habitación del abismo. Sólo eran sus rostros los que se podían apreciar de tanta oscuridad, no había sensación de frío ni de calor, era tan neutra que los escalofríos eran difíciles de ignorar a pesar de no haber temperatura. Su obra a penas estaba a punto de comenzar.


-" Sabe que de esto no hay vuelta atrás... ¿Verdad? "- Cuestionó sonriente caminando hacia el medio de la nada, en la propia nada... -" Tendrá que prestar mucha atención a lo que voy a encomendarle. Primero que nada, tendrá que escoger del montón dos marionetas y un titiritero. "- Dijo de momento.




Muraki Le Croys:


Vanos intentos por percibir el aroma del ente que a su lado caminaba, prodigo magnate neutro en referencia de lo que podría ser, sólo una intensa aura de perfección, de maldad… mezcolanza de otras tantas. Difícil para el vampiro de descifrar.


Prolijo mirar usó de soslayo, sus ojos minuciosamente trataban de ver algo más allá de la simple capucha que le cubría la fisonomía, empero resultaba imposible, una simple certeza, el señor poseía una marmolada piel. Si bien Muraki aún no podía captar de quién se trataba, durante su estancia en la mansión, oyó de algunos titiriteros y marionetas que hablaban del dueño; con todo, pudo hacerse una idea de lo vigoroso y omnipotente que era aquel… Ahora, uniendo las piezas, la presencia repentina del ente tan perturbadora como ninguna otra que haya conocido. Le guiaba a un lugar incierto, desconocido, diferente y lo más probable… peligroso.


En medio de la caminata por el pasadizo, escuchó atentamente lo que le dice el ser, cuando termina de fablar, sus sospechas se esclarecen, ¿quién más podía ser si no que el amo de la mansión?... Sus afirmaciones, su manera de expresarse, tan seguro y dable era que no muchos podrían dar semejante tipo de opinión como lo hace ese ente, severo le resulta y su ansiedad crece por el simple hecho de saberle cerca. No es miedo, es admiración, el poder y la no templanza es lo que le atrae mucho más, adora esa clase seres los cuales nadie logra reconocer aunque le destrozaran luego, no podía evitar el observar el vaivén de sus pasos, el de su cuerpo, el asombroso poder mental que lograba sentir y quizás, si es que tenía, aquella alma. Le empujaban a seguirle hasta el final, si los hilos se tensaban en el vampiro o le imponían el seguir, poco le importaba, estaba a gusto y no entendía el por qué. Masoquista era, sádico también, pues se dejaría llevar por el sentir, por las emociones lúgubres que le embargaban.


-… Podría ser para torturarme por jugar con sus criaturas o tal vez para gozar de mi dolor, mas… regocijado me siento de conocerle amo Gemini…- Expuso. Semblante serio he impávido, sí… se atrevió a decir su nombre, no tenía dudas ya, sólo él podría ser. Se detiene y le hace una reverencia, bajando la mirada en el acto -… haga de mí, lo que le plazca, empero no me deje sin diversión amo…- aseveró, entonces levanta su faz y sus ojos se enfrentan a la mirada del Hilandero, que viera en él, lo que quisiera, un escalofrío le recorre la espina dorsal debido a la nada misma que posee su mirar, esa sonrisa apenas y la llega a ver entre tanta penumbra, más… le comprende. Entrecierra sus orbes y le devuelve la sonrisa, muestra de respeto al agasajado. Enervándose luego para seguir avanzando.


Y no tardan en llegar al destino final, otra vez Gemini le habla mientras se dirige al centro de la habitación, la oscuridad llenaba el ambiente, era pulcro a la vista de Muraki y a la vez… aterrador -… sin arrepentimientos…- reafirmó con determinación. Al oír lo encomendado, avanzó dos pasos más, alzó el índice y apunto al frente -… Los quiero a ellos…- sentenció al unísono. Mirando a tres que un poco escurridizos se alejaron del resto… tratando de escapar del Hilandero.




Gemini:


Ya desde antes le había escuchado, tan confiado de llamar al dueño por su nombre que en esa misma seguridad no notaba el error que acababa de cometer. Por supuesto, el amo se tomó su tiempo para meditar al respecto y no mencionar nada sobre aquello hasta que el momento no fuese el indicado. Fue por eso mismo que continuó su caminar en silencio, aun con una sonrisa amplia que no auguraba nada bueno. Imperturbable a pesar de lo que pudiera molestarle.


Mientras el vampiro escoge a sus jugadores el amo plantea un escenario. Un castillo medieval. A lo lejos y en el centro, un trono digno de un rey se alza desde las penumbras a la vista de los presentes, mientras que a su alrededor ventanales y artefactos de la antigua edad se muestran en todo su esplendor, brillantes y lúgubres. Tan reales que de tocarlos no se notaría la diferencia de lo que es real o no ¿Dónde estaban presisamente? Inclusive se podría adivinar una 'corte', pero no un rey ni los caballeros, unicamente unos pocos nobles y quizás un bufón.


-" Bien "- Su voz sonó profunda y directa. Un simple alzar de su mano hizo desaparecer al resto de los juguetes que de inmediato aparecerían en alguna parte de la mansión. Dichosos ellos que sobrevivirían posiblemente unas noches más en su teatro.
Los que quedaban contemplaron con temor a los dos sujetos que yacían frente a ellos inseguros de lo que le depararía el futuro a partir de esos instantes. Huír era algo que no podrían hacer, no había puertas, sólo ventanas que se alzaban gloriosas e inalcansables sobre las mismas paredes. De querer treparse estas simplemente se alzarían más y más impidiendo cualquier clase de huída.


Ahora bien, los detalles... Mientras se quitaba aquel 'halo' de misterio, su capa cedía confundiéndose con el suelo mismo. -" Antes de comenzar has de saber... que ni el perro más fiel debe pronunciar el nombre de su amo, ni atreverse a mirarle a los ojos, ni mucho menos contradecirlo. No hay secretos que ocultar ni sentimientos que deshacer. No eres libre, ni lo serás... Es vuestro deber como perro entretener al amo, más no lo contrario "- Su cuerpo desaparecido estaba. En menos de un segundo el dueño de todo se había movido de sitio al gran trono del castillo. Omnipotente como él mismo contemplaría el trabajo del vampiro.


-" Tu obra Muraki es el eclipse en la tierra media. "-


El título, los personajes y quien realizaba la obra. Sólo hacía falta improvisar... pues de ello dependía la entretención del Hilandero.



Muraki Le Croys:



Nosferatu desconoció su error, pues recibiría castigo por ello con honor, mientras observaba al amo entre tanta oscuridad, oyó al mismo que le manifestaba su pecado en cuestión. Ante aquello, no pudo más que agachar su cabeza, produciendo que su anatomía se inclinase ante el amo, método de disculpa usó.


-... Mi perdón os suplico mi señor...- Expuso -... no cometeré falta ídem otra vez...- Claudicó... mirando al suelo, no volver a cometer acto execrable con Gemini, su dueño.


Castillo se elevó entre las penumbras, perdiéndose así el amo, vocablos nuevos se escucharon por la estancia, el vampiro intentó hallar al dueño, más sin embargo no le encontró. Seres que antes se agolpaban en rededor, se difuminaron con su señor, dejando sólo a los escogidos por él.


Tres hombres de gran estatura, recios, altivos... dos marionetas y un titiritero, dejados a su total disposición por el magnate. Es ahora que le da la tarea de la entretención, cosa que haría, pues es un mero flébil dentro de la mansión.


Uno, dos, tres... cuatro pasos en reversa, gira completamente, creando espacio entre los tres seres que le escudriñan con su mirar. El telón está listo, todos en sus pociones respectivas, esperando a que la obra comience. Muraki posee el viento y también puede analizar las mentes de muchos, mas no del insigne amo que le observa.


Nosferatu detiene su mirar en el titiritero quién le contempla de la misma manera, sosteniendo sus miradas impávidas, puesto que el titiritero confía plenamente que el vampiro nada podrá hacerle, grave error. Nosferatu ya ha entrado en su mente en cosa de segundos, pensamientos pecaminosos, malevolentes, llenos de mucho y faltos de tanto, aprovechar oportunidad es lo que hace ante la debilidad que le ofrece inconcientemente el otro ser. Y, no tarda en tenerle, si... son sus órdenes que resuenan dentro de la mente del otro.


Titiritero que extiende sus manos en el acto, tomando de los hilos de ambas marionetas a su lado, éstas tratan de zafarse, empero se han percatado muy tarde, el tiempo es exiguo y dar diversión al amo hará.
La primera marioneta es movida como una ficha de ajedrez, quién se posa en el centro del lugar con pasos lánguidos, suplicando clemencia, alzando sus manos, aquella tiene el poder de las sombras. Un velo de oscuridad lentamente comienza a expandirse hasta dejar el cielo y el castillo a oscuras, mientras que, llora por no poder detenerse, quiere correr, salir de ese lugar, buscar liberación y es que a medida que hace lo decretado, se da cuenta que solo se está sumergiendo más en una situación que no tiene salida ni para él ni para nadie. El manto negro a cubierto ya todo, los seres que Gemini a dejado para que sean testigos, no hacen más que sentirse horrorizados porque saben que algo peor viene... ya es tarde para retroceder.


Luciferino sigue ordenando con su mente al titiritero, entonces la otra marioneta es obligada a moverse, sus hilos se tensan, mientras que se posa a un lado del ente nebloso. Alza sus manos de igual forma, ésta tiene el poder del veneno, es como una plaga, una araña que no deja en pie nada que se le cruce en frente, y, el tósigo se esparce por todos los rincones como una obra pictórica y, la otra marioneta crea bestias desproporcionadas de lúgubre oscuridad, asemejándose a perros de fuertes colmillos como el acero y sin rostro, Kerberos peores a los ya conocidos, con dos cabezas pegadas a una sola anatomía, de gran estatura, llenos de cadenas por doquier , y, aúllan atronadoramente sin moverse del centro ya que el poder les controla.


La energía de los dos cándidos se une... mezcolanza en el aire prolifera, creándose una peste negra, los perros se ven envueltos por la misma, negros como la noche y llenos de veneno, lanzándose a los que observan desde la lontananza... se creían libres y a salvo, empero al mínimo roce que tienen con las bestias que por su lado pasan a toda marcha, pugnando entre ellas y atacando a algunos seres que les ven como estorbos en su paso, sus vidas se ven eclipsadas... apagadas por dichas criaturas del averno. Más sólo el amo podría darles vida a los ya caídos, él lo puede todo, una clase de altísimo aunque lleno de maldad y perfidia esté. Gemini, único juez de cambiarlo.


El viento corroe y la mezcolanza se densa y se hace más grande cada vez, el poder del viento de Nosferatu a salido a flote, y una tormenta ennegrecida revuelve los cielos, incluso dentro del castillo los ventanales tiemblan, amenazan con quebrarse por la presión ejercida del cataclismo. Los truenos surcan los cielos revestidos, es Muraki quién ha querido darle como regalo a su señor.... música a sus oídos, véase un tipo de alabanza en loor a Gemini. Entregar ventura… siempre.


Gritos de mancebos, exasperación, dolor, vesania... la bonanza no existía y mucho menos la templanza, un caos total de buena fe para el que a demandado entretención... festín para el agasajado que le observa y ésta vez el luciferino no ha osado en volver vista a su amo, no volverá a hacerlo si no se le da como orden que lo haga, no reiterará el nombre de su propietario, no más errores que sólo resumen más a sus pecados con él. Dará gusto al ilustre hasta que sus ojos se cierren perpetuamente...

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