Escarlata (Arikado v/s Aicon) Rol.


Aicon:


Ah, era un día extraño, sin duda siempre tenía ganas de llevar planes maléficos acabo, no importaba lugar, ni quién fuese el que en sus manos cayése, todo servía mientras le diera algo de entretención.

Pasos suaves por la firme tierra a orillas del río, si... un poco de soledad no hacia nada de mal, empero no renegaría de posibilidad de encontrarse con alguien más, lo que podría hacerle, si, era bastante motivador en todo sentido, no sólo podía violar, si no que también... podría torturar al desdichado que en frente se le posase.

La tierra crujía bajo sus pies, esperaba visitas inesperadas, sentóse en al píe de un árbol, muy cerca de las aguas cristalinas, concentrábase el musgo en la rocas, tiñendo un poco el agua, cascada más allá ofrecía vista asombrosa en pleno paisaje, arroyo que inspiraba a cualquiera que por el lugar pasase.

Estiró sus pies, apoyando su espalda en el tronco, mirando impávido el riachuelo, que vengan y que nadie los detenga, si, pensó cosas malvadas en su cabeza retorcida, que alguien viniera pronto a darle diversión o dañaría el mismo ambiente natural de pura ira por mero aburrimiento que se le imponía.

Arikado:

Aunque el mismo no gustaba de revelar su forma natural, de vez en cuando sentía la necesidad de convivir con la naturaleza, de estar en lo alto y extender sus alas al cielo, no creía que tuviese nada de malo pues después de todo el no dejaba de ser un ave, una un tanto acomplejada, pero ave al fin.



Después de mucho meditarlo decidió ir de visita al rio, así que salió de la ciudad y siguió el cauce de este caminando por la ribera hasta llegar a un lugar tranquilo con muchos árboles, suspiró profundamente sintiendo el aire puro llenar sus pulmones pero deseaba estar en lo alto, rozar el cielo.


Se subió a lo alto de un árbol trepando con facilidad por la gran ligereza de su cuerpo, sentándose entre las hojas muy cerca de la copa, quedándose ahí por un largo rato mirando el cielo tan claro e intenso.


Después de minutos u horas de estar ahí sintió su boca seca y bajó del árbol, acercándose al rio para beber hincándose en el pasto y metiendo su mano a la cristalina agua, se acercó su mano a la boca bebiendo el contenido hasta que se tensó, sintiéndose acechado y dirigiendo su rojo mirar e entre la maleza atento a cualquier movimiento, aun que el ignoraba que a unos árboles del que se había bajado antes estaba una persona.


Aicon:


-"¿De paseo?"- Cuestionó con frialdad, tono irónico al observarle directo cuando sus ojos se encontraron de golpe, vaya sorpresa del destino y él que pensó que hoy seria un día tan aburrido.

Levantóse del suelo verdoso con calma, sin perderle de vista nunca, caminó sin hacer ruido al pisar el césped, extrañamente hoy estaba de cambiando su humor... a uno bueno. No.... no confiarse jamás de anaconda maldita con el hecho de verle a sus dorados ojos. Sonrió de medio lado rompiendo las distancias entre ambos, mirándole de arriba, si.... ese mozuelo de topó con el peor de los engendros.

Inclinóse sutil, extendiendo su mano la cual no tardó en colocarla sobre la cabeza del ajeno, acariciándole zalamero, acercó sus labios al oído susurrando mientras su aliento chocaba contra el cuello de éste -"Bonito cabello"- Sonrisa esbozó de nueva cuenta, jalando el cabello blanco de abruptamente hacia atrás.

Si... torturarle y luego... violarle, no era mala idea, primero le ganaría limpio y luego se daría satisfacción con esa anatomía condenadamente deliciosa. Se enervó, jalando al chico de paso que por fuerza ejercida tuvo que ponerse también de pie -"Juguemos"- Añadió. Alzó pierna derecha y rápidamente en un medio giro al soltar sus cabellos le dio una patada en el vientre, su fuerza no la midió por lo que el golpe en el estomago fue certero.

Arikado:

Pronto una persona surgió de entre la maleza, su rostro le creaba desconfianza pero no pudo evitar quedarse congelado al sentir su penetrante Mirada, unos ojos amarillos de predador… quería moverse y huir pero al tenerlo tan cerca su cuerpo no reaccionó.



Se sobresaltó al sentir la mano de este sobre su cabello y la caricia, desconcertándose por la leve caricia y estremeciéndose al sentir el susurro, abrió los ojos y dejo salir un gritito de sorpresa al sentir el jalón llevando ambas manos a la del hombre, sosteniéndole el brazo para que no jalara tan fuerte, sin embargo la inercia lo hizo ponerse en pie y por fin pudo moverse notando el inminente golpe, sin más encajó profundamente sus garras en el brazo de ese hombre rasgando toda su extensión mientras su cuerpo era arrojado por la patada.


Cayó un par de metros atrás dando algunas vueltas en el piso sosteniéndose el abdomen, sin aire trató de incorporarse dolorido por la fuerte patada, sus garras tenían un tono carmín de la sangre del otro y no supo si fue el sentir el peligro, el miedo, la sorpresa o todas juntas pero tomó su forma de ave y alzó el vuelo observándolo a una prudente distancia, su sombra… una víbora.


Algo molesto voló a tierra tomando una roca de la rivera para luego elevarse y bajar en picada tomando impulso arrojándosela certero al rostro, soltó un chirrido de reclamo al alejarse volando entre los arboles escondiéndose para observarlo, pues aun le dolía el golpe y el tratar de huir en ese momento no era factible.


Aicon:


No se percató de las zarpas que rasgaron su brazo derecho hasta que vio su sangre manar del mismo, la tela rasgada por el filo de aquellas manos, fue delicioso, tanto que llevó su brazo hasta su boca, lengua quisquillosa que probó su bermellón, relamiéndose los labios cuando sólo lo dejó caer nuevamente.

Miróse divertido como aquel caía metros más allá rodando por el suelo, manteniendo su dolor en silencio, cautivándole por su coraje ante su persona, seria exquisito luego tenerle en cuatro patas, embistiéndolo sin cesar hasta desgarrarle por completo. No pensó que el mozuelo se convertiría en ave blanca, alzando el vuelo mientras Aicon seguía con sus doradas bochas la dirección de éste.

Una piedra en sus garras y un firme vuelo en picada desde lo más alto, cayendo una piedra de lleno en su rostro, no alcanzó a moverse lo suficiente para evitarla por lo que en su frente una herida que no menguaba en sangre sobresalió -"Manjar de mi pasión"- Aseveró con sonrisa irreverente.

La avecilla se perdió entre los árboles, Aicon cerró sus ojos con mano izquierda puesta en el astil, escuchando el sonido, buscando el calor del cándido ya que su naturaleza era esa, inclusive podía escuchar el palpitar del corazón aquel, si... pudo identificarlo a unos 7 metros de distancia, arrullo que afianzó posición justa. La anaconda hecha hombre empuño su espada, liberándola en totalidad cual fuerte sonido agudo emitió al salir completamente. Perfectamente pudo convertirse en anaconda de 14 metros de longitud y 30 de grosor y moverse veloz por los ramajes, pero no... Quería hacerlo de ésta manera.

Giró en mismo lugar, tras soltar la espada que salió rápida hacia la dirección del joven, clavándose el doble filo en una de sus alas la cual destrozó completamente, dejándole ensartado entre madera y filo sin posibilidad de escapar. No esperó y corriendo por entre los frondosos árboles, trepó ágil hasta el madero donde estaba el cuervo blanco -"¿Seguirás luchando?"- Preguntó empuñando astil que liberó la madera y el ala. Reemplazada ahora por su diestra quien sujetó del cuello al cuervo tras azotarlo deliberadamente sobre el tronco, esperando respuesta rápida antes de que su instinto asesino fuera peor y le matara.

Arikado:

Se encontraba quieto entre los árboles, tratando de recuperarse para irse, sus ojos buscaban entre los árboles y solo veía a ese hombre bebiendo la sangre que manaba de sus heridas, estaba preocupado pues su desventaja era mucha en esa situación.

Ante el llegó el sonido del aire al ser rasgado y alcanzó a ver un destello tratando de alzar el vuelo sin conseguirlo a tiempo, soltando un chillido que hizo eco en el lugar pues sintió el desgarrador dolor de su ala y su cuerpo fue empujado hasta quedar clavado en un tronco, dolía… dolía mucho.


Pronto vio al hombre acercarse, moviéndose en un vano intento de liberarse, pero la espada se había incrustado demasiado bien en el tronco, solo miró con desprecio a esa maligna criatura mientras retiraba su espada y sentía su blanco plumaje ser manchado por su propia sangre, se sintió apresado por la mano y el azotón le hizo quedar atontado moviendo su ala sana como reacción para soltarse, sintiendo como el aire se agotaba.


Escuchó la pregunta mirándolo con odio, pero se quedó quieto y bajo la cabeza, resignado a que era una pelea que no podía ganar, pero se movió lo suficiente para zafarse del agarre y cayó al suelo planeando un poco con su ala para no caer con tanta fuerza, al ser tan pequeño la herida tenia mas gravedad, así que ya en el suelo tomo su forma de humano quedándose recargado en el árbol, su cuello tenia la mano del otro marcada con claridad y su brazo izquierdo caía inerte con una considerable cantidad de sangre fluyendo.


Aunque le era doloroso permanecía en silencio sin resignarse a quejarse y suplicar, sus ojos rojos permanecían con una expresión retadora y tenía la boca entreabierta tratando de tomar más aire.


-No… - Admitió con voz clara y leve, pues aun le faltaba el aire, sabía que ya no podía hacer nada más.

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